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LA REPÚBLICA DE LOS SUEÑOS

La república de los sueños - Bruno Schulz

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este ángulo, se hace evidente que nuestro psiquismo comprende<br />

capas diferentes. Pero no estamos completamente convencidos<br />

de eso cuando se trata de principios morales, de valores<br />

biológicos y sociales; aquí, soy consciente de haber entrado en<br />

lo que tú consideras como tu feudo. Conozco tu susceptibilidad<br />

particular en este punto, tu angustia patológica (y por tanto<br />

creadora). Es la zona neurálgica en que tu sensibilidad alcanza<br />

su paraxismo, es una especie de talón de Aquiles que te irrita y<br />

crispa, como si de ese talón quisiese surgir un nuevo órgano,<br />

una mano suplementaria, más prensil que las otras. Intentemos<br />

d e l i m i t a r, aislar ese lugar doloroso y sensible, intentemos localizarlo<br />

quirúrgicamente, aunque se propague y ramifique en todas<br />

las direcciones. Me parece que lo que te angustia y deja<br />

desamparado es la existencia de un código de valores tácito,<br />

una especie de mafia anónima, un consensus omnium que escapa<br />

a todo control. Más allá de los valores que nosotros reconocemos<br />

y aceptamos se oculta una especie de conspiración oficiosa<br />

más fuerte, como un sistema clandestino, inaprensible,<br />

cínico y amoral, irracional y burlón. Ese sistema (pues encierra<br />

t odas las características de un sistema consecuente) sanciona la<br />

infidelidad de una mujer perversa, establece jerarquías paradójicas,<br />

confiriéndole una fuerza aplastante a las bromas más burdas<br />

y arrancándonos una risa solidaria contra nuestra voluntad<br />

y sin darnos cuenta. Ese sistema inaprensible, imposible de<br />

l o c a l i z a r, inmiscuyéndose en la misma trama de nuestros valores<br />

y declinando toda responsabilidad, se escurre literalmente<br />

entre los dedos de aquel que quisiera agarrarse a él y fijarlo –no<br />

tiene nada de solemne ni serio, pero posee un arma poderosa y<br />

mortífera: la del ridículo–; es un fenómeno inquietante e insólito.<br />

No sé si existe alguien que pueda escapar a su fascinación.<br />

Reconozco que tú nos has prestado un gran servicio al focalizar<br />

sobre ese problema nuestra atención y sensibilidad. Si no<br />

me equivoco, tú eres el primero en haber olfateado al dragón<br />

en sus innumerables escondrijos y en tenerlo al alcance de la<br />

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