You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Witold Gombrowicz a Bruno Schulz<br />
¡Bruno, soñadora criatura, aunque no seas el único en soñar!<br />
Debo confesarte que no he tenido, en modo alguno, intención<br />
de publicar en el mismo número de “Studio” nuestra correspondencia<br />
cruzada. Sin embargo, cuando Bogusław me dio a<br />
leer tu carta, comprendí al momento que nuestros lectores<br />
deberían conocer una respuesta inmediata. Efectivamente:<br />
has invertido los papeles; soslayaste la malintencionada acusación<br />
de la mujer del doctor y, después, acusándome a mí, me<br />
has puesto en una situación extremadamente incómoda, a un<br />
paso del ridículo más espantoso. Pero tu imaginación te jugó<br />
una mala pasada. Me has otorgado un lugar demasiado privilegiado<br />
y alto en tu pensamiento. Me parece que en tus dicterios<br />
te has olvidado de mis tías, aunque las mismas se hubiesen<br />
sorprendido enormemente al oír que su sobrino –Wi c i o –<br />
tiene aptitudes para llegar a ser un gran humanista y que de su<br />
talón nace un órgano nuevo. Me apostaría tres centavos a que<br />
las pobres damiselas se creerían que nos damos autobombo.<br />
Discúlpame, mi san Bruno, por el pensamiento de esas damas,<br />
tan obstinadamente escépticas cuando se trata de sus propios<br />
sobrinos. Tu postura es demasiado audaz, demasiado orgullosa,<br />
te has subido a la parra; me das a entender que nunca has tenido<br />
una tía: ¿se trata, en tu opinión, de olvidarnos de ellas, de<br />
proceder como si no existiesen en nuestro mundo esas criaturas<br />
que conservan en su memoria la imagen de nuestros pantalones<br />
cortos?<br />
—87—