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LA REPÚBLICA DE LOS SUEÑOS

La república de los sueños - Bruno Schulz

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tables redes avanzaban esas oscuras generaciones multiplicadas<br />

hasta el infinito?<br />

¡Oh, cielo de estos días, iluminado por señales luminosas y meteoritos,<br />

asaetado por los cálculos de los astrónomos, reproducido en<br />

centenares de dibujos, señalado con cifras y símbolos algebraicos!<br />

El resplandor de esas noches arrojaba una luz cobaltada sobre nuestros<br />

rostros y nosotros caminábamos a través del firmamento<br />

donde explotaban lejanos soles, humanos errando por la vía láctea<br />

extendida en el cielo perdiéndose en un intermibable laberinto,<br />

riadas de gente sobre las que destacaban los ciclistas en sus aparatos<br />

frágiles como telarañas. ¡Oh, arena estrellada de la noche,<br />

tatuada de espirales y círculos trazados por sus recorridos, oh, inspiradas<br />

cicloides trazadas a lo largo de las diagonales del firmamento,<br />

radios de acero diseminados, círculos de ruedas brillantes<br />

perdidos en la indiferencia! ¡Alcanzaban la luminosa línea de llegada<br />

desnudos y montados en la pura idea bicíclica! ¿No data de<br />

esa época la nueva constelación, la décimotercera, comprendida<br />

para siempre entre los signos del Zodíaco, resplandeciendo en el<br />

cielo de nuestras noches: el Ciclista?<br />

A la caída de la noche, las casas se quedaban vacías y permanecían<br />

con las puertas abiertas de par en par, iluminadas por<br />

las lámparas de petróleo que humeaban abundantemente. Las<br />

ondosas cortinas impulsadas por la noche flameaban en el<br />

exterior de las ventanas abiertas: soplaba una gran corriente<br />

de aire que atravesaba las estancias como un timbre de alarma.<br />

Era el tío Edward quien sonaba. Sí, había perdido la<br />

paciencia y roto todas las ataduras, había pisoteado el imperativo<br />

categórico y abandonado los rigores de su alta moralidad:<br />

y sonaba como una alarma. A toda prisa, con ayuda de<br />

un largo palo trataron de interceptarlo, atajar la violencia de<br />

su estallido con unos trapos, pero incluso amordazado de esa<br />

manera crepitaba salvajemente, desfogado: todo le daba igual,<br />

se desangraba ante los ojos de todo el mundo, sin auxilio,<br />

presa de un fatal arrebato.<br />

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