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LA REPÚBLICA DE LOS SUEÑOS

La república de los sueños - Bruno Schulz

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desconsideradamente un terreno que le es perfectamente<br />

extraño. Y toda la lealtad de este homenaje no me impide<br />

a l i m e n t a r, en el plano intelectual, un franco desprecio por<br />

esa mentalidad de burguesa limitada, por esos argumentoscliché,<br />

por ese estado de espíritu que me es tan hostil como<br />

ajeno. Y bien, sí, ¿por qué no confesarlo? Odio a la mujer del<br />

doctor de la calle Wilcza. Es un ser desprovisto de toda sustancia,<br />

una mujer de médico en su forma más pura y más destilada<br />

–qué digo–, el modelo mismo de una mujer de médico<br />

y de una esposa, simplemente... Dicho esto, y ya en un plano<br />

diferente, reconozco que me es difícil resistir al encanto de<br />

sus piernas.<br />

Sin duda, esa perpetua ambivalencia que hace de mí una especie<br />

de Jano bifronte capaz de considerar a la vez a la mujer del<br />

doctor desde el punto de vista de sus piernas y de su intelecto,<br />

p odría intrigar y hacer reflexionar; casi podríamos intentar elaborar<br />

fórmulas generales, abrir vastas perspectivas metafísicas.<br />

Me parece que aquí tocamos con el dedo una de las antinomias<br />

fundamentales del alma humana, que nos enfrentamos a uno de<br />

los nudos metafísicos de la existencia.<br />

No me gustan mucho las simplificaciones, pero mientras que la<br />

psicología no haya elucidado esa cuestión, yo propongo que nos<br />

atengamos a la explicación siguiente: nuestra sexualidad, con<br />

el aura ideológica que la rodea, pertenece a una etapa de evolución<br />

distinta a la de nuestro intelecto. De manera general,<br />

creo que nuestro psiquismo no constituye un bloque uniforme,<br />

que el grado de evolución de cada zona es variable: las antinomias<br />

y contradicciones del espíritu humano se explican, pues,<br />

por la cohexistencia y la interpenetración de sistemas múltiples.<br />

Esa es también la razón por la cual nuestro pensamiento<br />

puede seguir caminos tan divergentes.<br />

Me he metido, deliberadamente, en el terreno de la sexualidad<br />

porque la vida nos ha acostumbrado desde hace tiempo a<br />

aislarla, a tratar su problemática en un rincón apartado. Bajo<br />

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