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Proceso-2038
Proceso-2038
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OPERACIÓN FUGA<br />
Con la “disciplina del silencio”, como la describió a Proceso un alto representante<br />
del gabinete de seguridad, Joaquín Guzmán Loera operó su fuga sin descuidar el<br />
control de su negocio. En la cárcel de El Altiplano se sabía de sus relaciones y negociaciones<br />
internas y externas y, de acuerdo con información obtenida mediante<br />
la plataforma de Méxicoleaks, se conocieron también los contactos de sus abogados<br />
con funcionarios de la Secretaría de Gobernación. Las autoridades estaban al<br />
tanto de sus planes a detalle, pero dejaron actuar al líder del Cártel de Sinaloa. Proceso<br />
buscó el punto de vista de la Segob, a través de su Dirección de Comunicación<br />
Social, pero hasta el cierre de la edición no había contestado.<br />
vas, según las acusaciones en su contra.<br />
El Chapo complementó esa doble operación<br />
con lo que un funcionario del gabinete<br />
de seguridad describió como la “disciplina<br />
del silencio”.<br />
“Bajo perfil”<br />
La actitud “mesurada, de bajo perfil” de la<br />
que dan cuenta los datos obtenidos siguió<br />
a la pretensión inicial del Chapo de buscar<br />
una negociación con las autoridades<br />
para no ser extraditado a Estados Unidos,<br />
donde tiene abiertos por los menos seis<br />
expedientes penales en cortes de California,<br />
Texas, Nueva York, Nueva Hampshire<br />
y Chicago.<br />
La información en torno a Guzmán<br />
Loera en el penal de El Altiplano era extensa.<br />
La tenían la Policía Federal (PF) y la<br />
Comisión Nacional de Seguridad (CNS), de<br />
la que depende el Órgano Administrativo<br />
Desconcentrado de Prevención y Readaptación<br />
Social (OADPRS). Todas, bajo la tutela<br />
de la Secretaría de Gobernación.<br />
Sus actividades en el penal eran seguidas<br />
y reportadas a las oficinas de la División<br />
de Inteligencia de la PF, en avenida<br />
Constituyentes, en el poniente del Distrito<br />
Federal.<br />
Los agentes federales encargados de su<br />
vigilancia registraron también las numerosas<br />
visitas que recibió, los pactos que logró<br />
establecer para su seguridad en el penal,<br />
sus operaciones desde la cárcel y la tregua<br />
pactada con Los Zetas, o al menos con un<br />
sector de esa organización delictiva. No se<br />
sabe qué se hizo con toda esa información.<br />
El Chapo desplegó un equipo de siete<br />
abogados para su defensa, pero Granados<br />
Flores y Gómez Núñez fueron la clave para<br />
sus operaciones dentro y fuera del penal,<br />
de acuerdo con la información de inteligencia.<br />
A ambos los nombró como sus<br />
defensores el 25 de febrero, cuando tras su<br />
detención anunció que apelaría el primer<br />
auto de formal prisión en su contra por el<br />
cargo de delincuencia organizada en su<br />
variante de delitos contra la salud.<br />
Después sumó a su equipo de litigantes<br />
a Juan Clemente Morales, José Refugio<br />
Rodríguez Núñez, Fernando Botello Becerra,<br />
Juan Pablo Badillo Soto y Héctor Manuel<br />
Rábago Romero.<br />
Cada uno cumplía funciones específicas;<br />
Badillo Soto, por ejemplo, estaba encargado<br />
únicamente de promover amparos<br />
contra la extradición de Guzmán a<br />
Estados Unidos, según informó el propio<br />
abogado a este semanario (Proceso 2022).<br />
Rodríguez Núñez tenía la encomienda<br />
de organizar la “asesoría jurídica” para la<br />
publicación del libro El Ahijado, sobre la vi-<br />
2038 / 22 DE NOVIEMBRE DE 2015 7