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El Evangelismo - Elena G. de White

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desgarramiento del alma, ni terrores llenos de remordimiento. Miraron a un

Salvador que había sido elevado; y vivieron. Vieron la necesidad del alma;

vieron la suficiencia del Salvador y sus requerimientos; oyeron su voz

diciendo: "Seguidme", y se levantaron y lo siguieron. Esta conversión fue

genuina, y la vida religiosa tan decidida como la de otras personas que

sufrieron toda la agonía de un proceso violento.--Carta 15a, 1890.

Las conversiones no son precisas ni metódicas--Los hombres que

calculan justamente cómo deben dirigirse los ejercicios religiosos, y que son

muy precisos y metódicos en la tarea de difundir la luz y la gracia que creen

tener, sencillamente no tienen mucho del Espíritu Santo...

Aunque no podemos ver el Espíritu de Dios, sabemos que hombres que

han estado muertos en la iniquidad y en los pecados, se convencen de sus

faltas y se convierten bajo su influencia. Los descuidados y los decarriados

aprenden a obrar con seriedad. Los endurecidos se arrepienten de sus

pecados y los incrédulos llegan a creer. Los jugadores, los borrachos y los

licenciosos se tornan formales, sobrios y puros. Los rebeldes y los obstinados

se tornan humildes y semejantes a Cristo. Cuando vemos estos cambios en el

carácter podemos tener la seguridad de que el poder de Dios que convierte ha

transformado a todo el hombre. No hemos visto al Espíritu Santo, pero

hemos visto la evidencia de su trabajo en el carácter de los que han sido

cambiados, de los que habían sido pecadores endurecidos y empedernidos.

Así como el viento descarga su violencia sobre elevados árboles y los

derriba, así también el Espíritu Santo puede obrar en los corazones humanos,

y ningún hombre finito puede limitar la obra de Dios.

El Espíritu de Dios se manifiesta en diversas formas en hombres

diferentes. Una persona, bajo la acción de este poder puede temblar ante la

Palabra de Dios. Sus convicciones pueden ser tan profundas que

sentimientos huracanados y tumultuosos parecen luchar en su corazón, y

todo su ser queda postrado a causa del poder de la verdad que convence.

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