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El Evangelismo - Elena G. de White

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decoro, aunque sean al mismo tiempo sociables, bondadosos y corteses.

Deben mantenerse alejados de cuanto sepa a vulgaridad y familiaridad. Este

es un terreno prohibido, sobre el cual es peligroso asentar los pies. Cada

palabra, cada acto, debe tender a elevar, refinar y ennoblecer. Hay pecado en

ser irreflexivo acerca de tales asuntos.--Obreros Evangélicos, 131 (1915).

Hay que censurar la actitud aduladora de las mujeres--Seréis

adulados algunas veces por los hombres, pero con más frecuencia por las

mujeres. Especialmente cuando presentáis la verdad en nuevos campos

encontraréis personas que se dedicarán a esta adulación impía. Como siervos

de Cristo, despreciad la adulación y rechazadla como lo haríais con una

serpiente venenosa. Censurad a la mujer que alabe vuestra habilidad y que

retenga vuestra mano en la suya todo el tiempo que pueda. Tened muy poco

que decir a personas de esta clase, porque son los agentes de Satanás y llevan

a cabo sus planes colocando trampas fascinadoras para apartaros del camino

de la santidad. Toda dama cristiana sensata actuará con modestia,

comprenderá los planes de Satanás y se negará a colaborar con él.

Evitad formar la reputación de ser un ministro favorito de las mujeres.

Rehuid la compañía de las personas que mediante sus artes debilitarían en lo

más mínimo vuestro propósito de obrar correctamente, o que mancharían la

pureza de vuestra conciencia. No les deis vuestro tiempo ni vuestra

confianza, porque os dejarán sintiéndoos desposeídos de vuestra fortaleza

espiritual. No hagáis nada entre los desconocidos, en los coches del tren, en

el hogar ni en la calle, que pueda tener la mínima apariencia de mal.--The

Review and Herald, 8 de julio de 1884.

Evitad toda aproximación al mal--Cuando el que pretende estar

enseñando la verdad se siente inclinado a pasar mucho tiempo en compañía

de mujeres jóvenes o de mujeres casadas, cuando coloca familiarmente su

mano sobre su persona, o cuando se lo encuentra con frecuencia hablando

con ellas familiarmente, entonces debéis temerle; los principios puros de la

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