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El Evangelismo - Elena G. de White

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dictatorial en su trato con los obreros de Dios. Los que están inclinados a

censurar recuerden que ellos han hecho errores tan lastimosos como aquellos

que condenan en los demás. Inclínense con contrición ante Dios, pidiendo su

perdón por las palabras incisivas que han pronunciado y el espíritu

incontrolado que han manifestado. Recordad que Dios escucha cada palabra

que habláis y que así como juzgáis seréis juzgados...

¿No remediaremos las dificultades que existen, luchando para restaurar

al herido, no cortando sus miembros y dejándolo lisiado para toda la vida,

menoscabado en su utilidad, cuando debiera haber sido restaurado?--

Manuscrito 143, 1902.

El criticar a los demás debilita nuestra propia obra--Deben

eliminarse cuidadosamente de los planes y métodos de los obreros de Dios

los procedimientos mundanos. Su obra ha de progresar con sencillez

cristiana. Recordad que el que asume la posición de un crítico debilita

grandemente sus propias manos. Dios no ha conferido a los hombres y

mujeres como deber el encontrar faltas en sus colaboradores.--The Review

and Herald, 2 de septiembre de 1902.

La tentación especial de Satanás--Si los hombres desean colocarse

donde Dios pueda usarlos, no deben criticar a los demás para poner de

relieve sus defectos. Esto constituye la tentación especial de Satanás por

medio de la cual se esfuerza por estorbar la obra.--Manuscrito 152, 1898.

La suficiencia propia destruye la obra--Necesitamos hombres que

fortalezcan y edifiquen la obra, y no que la destruyan y procuren deshacer lo

que otro está tratando de llevar a cabo. Necesitamos a hombres y mujeres

con quienes Dios pueda trabajar, en quienes el terreno del corazón ha sido

roturado y barbechado.

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