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El Evangelismo - Elena G. de White

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cambio radical en la vida y el carácter, a menos que el alma se aferre a la

Roca eterna, no soportarán la prueba. Después que los deje el predicador, y

la novedad desaparezca, la verdad perderá su poder de encanto, y ellos no

ejercerán influencia más santa que antes.

La obra de Dios no ha de hacerse al tanteo y con descuido. Cuando un

predicador entra en un campo, debe trabajarlo cabalmente. No debe

contentarse con su éxito hasta poder, por labor ferviente y la bendición del

Cielo, presentar al Señor conversos que tengan un verdadero sentimiento de

su responsabilidad, y que harán la obra que les sea señalada. Si él ha

instruido debidamente a los que están bajo su cuidado, cuando se vaya a

otros campos de labor, la obra no se dispersará; quedará ligada tan

firmemente que estará segura.--Obreros Evangélicos, 321-323 (1915).

Hágase una obra cabal--Existe el peligro de que los que realizan

reuniones en nuestras ciudades se sientan satisfechos con hacer una obra

superficial. Reconozcan los ministros y presidentes de nuestras asociaciones

la importancia de efectuar una obra cabal. Trabajen y hagan planes teniendo

en cuenta que el tiempo casi ha terminado, y que a causa de esto deben

trabajar con redoblado celo y energía.--The Review and Herald, 11 de enero

de 1912.

Aun cuando debemos estar siempre listos para aprovechar la

oportunidad que depara la providencia de Dios, no debemos trazar planes

más amplios, ocupar más posiciones y ramificar la obra más de lo que nos

permitan hacerlo la ayuda y los medios que tenemos para consolidar bien la

causa y mantener y aumentar el interés ya despertado. Aun cuando existan

planes más amplios y campos más extensos que se abran constantemente a

los obreros, debe haber ideas más amplias, visión más abarcante con respecto

a los obreros que han de trabajar para atraer almas a la verdad.--Carta 34,

1886.

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