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El Evangelismo - Elena G. de White

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El valor de un alma--El alma que se ha entregado a Cristo es más

preciosa a sus ojos que el mundo entero.--El Deseado de Todas las Gentes,

430 (1898).

Si sólo un alma hubiese querido aceptar el Evangelio de su gracia, para

salvar a ella sola, Cristo hubiera escogido su vida de penas y humillaciones y

su muerte ignominiosa.--El Ministerio de Curación, 126 (1905).

Siga adelante esta obra--Muchos oirán el mensaje, pero rehusarán

prestarle oído; sin embargo, la amonestación ha de ser dada a todos en tonos

claros y sencillos. No solamente debe presentarse la verdad en las asambleas

públicas; debe realizarse obra de casa en casa. Avance esta obra en el

nombre del Señor. Los que están empeñados en ella tienen los ángeles del

cielo como sus compañeros. Resistirán los ataques hechos por el enemigo

contra los que cooperan con Dios.--Carta 140, 1903.

Confiando en las promesas--Quizá algún tiempo la buena semilla

permanezca inadvertida en un corazón frío, egoísta y mundano, sin dar

evidencia de que se ha arraigado en él; pero después, cuando el Espíritu de

Dios da su aliento al alma, brota la semilla oculta, y al fin da su fruto para la

gloria de Dios. En la obra de nuestra vida no sabemos qué prosperará, si esto

o aquello. No es cuestión que nos toque decidir. Hemos de hacer nuestro

trabajo y dejar a Dios los resultados. "Por la mañana siembra tu simiente, y a

la tarde no dejes reposar tu mano". El gran pacto de Dios declara que "todos

los tiempos de la tierra; la sementera y la siega... no cesarán". Confiando en

esta promesa, ara y siembra el agricultor. No menos confiadamente hemos de

trabajar nosotros en la siembra espiritual, confiando en su promesa: "Así será

mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que

yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". Isaías 55:11. "Irá

andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con

regocijo, trayendo sus gavillas". Salmos 126:6.--Palabras de Vida del Gran

Maestro, 50, 51 (1900).

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