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El Evangelismo - Elena G. de White

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Sin alabanza--Debemos realizar nuestra obra con pureza y fidelidad

aunque en el mundo no haya nadie para decirnos: "Está bien hecho".

Nuestras vidas deben ser precisamente lo que Dios dispone que sean: fieles

en buenas palabras, en acciones bondadosas y consideradas, en la

manifestación de humildad, pureza y amor. En esta forma representaremos a

Cristo ante el mundo...

Los hombres fatigados que ahora se dedican en primer lugar e

intensamente a la gran obra de salvar almas, son quienes Dios honrará.--

Carta 120, 1898.

El peligro de la adulación--Mantened los ojos fijos en Cristo. No

fijéis vuestra atención en algún pastor favorito, copiando su ejemplo e

imitando sus gestos; en suma, llegando a ser su sombra. No coloque ningún

hombre su molde sobre vosotros...

No alabéis al hombre; no aduléis al hombre; no permitáis que ningún

hombre os alabe u os adule. Satanás hará demasiado de esta clase de obra.

Perded de vista el instrumento, y pensad en Jesús. Alabad al Señor. Dad

gloria a Dios. Entonad melodías a Dios en vuestros corazones. Hablad de la

verdad. Hablad de la esperanza del cristiano, del cielo del cristiano.--

Manuscrito 8a, 1888.

Sentimientos que se hieren con facilidad--No debemos permitir que

nuestros sentimientos sean tan quisquillosos. Hemos de vivir no para

amparar nuestros sentimientos o nuestra reputación, sino para salvar almas.

Conforme vayamos interesándonos en la salvación de las almas, dejaremos

de hacerles caso a las pequeñas diferencias que suelen surgir en nuestra

asociación con los demás. Piensen lo que pensaren éstos sobre nosotros,

hagan lo que nos hicieren, nada debe turbar nuestra unión con Cristo, nuestra

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