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El Evangelismo - Elena G. de White

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Una mente disciplinada y organizada es esencial--Los que enseñan

la Palabra no debieran descartar la disciplina mental. Cada obrero o grupo de

obreros mediante esfuerzos perseverantes debiera establecer reglas y

principios que lo guíen a la formación de hábitos correctos de pensamiento y

acción. Esa práctica es necesaria no sólo para los jóvenes sino también para

los obreros de más edad, a fin de que su ministerio se vea libre de errores y

para que sus sermones sean claros, exactos y convincentes.

Algunas mentes se parecen más a una tienda de antigüedades que a

cualquier otra cosa. Han recogido y almacenado trozos sueltos de

información, pero no saben cómo presentarlos en forma clara y bien

hilvanada. Lo que le da valor a estas ideas es la relación que tienen unas con

otras. Cada idea y declaración debieran estar unidas tan estrechamente como

los eslabones de una cadena. Cuando un ministro arroja un montón de

conceptos ante la gente para que ésta los recoja y los ponga en orden, sus

esfuerzos se han perdido, porque hay pocos que harán tal cosa.--The Review

and Herald, 6 de abril de 1886.

El esfuerzo metódico apresura el éxito--Hay hombres y mujeres

jóvenes que no tienen método alguno para llevar a cabo su tarea. Aunque

están siempre ocupados pueden presentar tan sólo pocos resultados. Tienen

ideas erróneas acerca del trabajo y piensan que están trabajando duramente,

cuando si hubieran aplicado un método a su trabajo y si se hubieran dedicado

inteligentemente a lo que debían hacer, habrían cumplido mucho más en

menos tiempo. Por perder el tiempo en cosas menos importantes llegan a

estar finalmente en apuros y perplejos cuando se les pide que lleven a cabo

deberes que son más esenciales. Siempre están haciendo algo y piensan que

están trabajando duramente; y sin embargo sus esfuerzos producen muy poco

resultado.--The Youth's Instructor, 31 de agosto de 1893.

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