Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Ciertamente<br />
hermoso<br />
Tomás Muñoz<br />
unos segundos ha cruzado el andén un hombre con un perfume<br />
hace<strong>de</strong>licado, extranjero seguro, pero no creo que fuera francés,<br />
sus pasos producían un cálido crujir <strong>de</strong> seda y cuero. Un instante <strong>de</strong> alivio,<br />
<strong>de</strong> respirar algo distinto a esta masa <strong>de</strong> aire caliente y pobre. El aire en los<br />
túneles <strong>de</strong>l metro se ensucia como el agua en un charco. Debía <strong>de</strong> tratarse<br />
<strong>de</strong> un caballero refinado, no como mi hermano. ¿Cómo he sido tan necia <strong>de</strong><br />
hacerle caso? Él y sus malditas apuestas. Todavía recuerdo cuando dijo «¿No<br />
es Friolera un nombre estupendo para una yegua?» No, idiota, no lo es. Y ahora,<br />
por su culpa, a salir corriendo para que el Armenio no le parta todos los<br />
huesos. Y a respirar este ambiente malsano. Recuerdo que madre siempre<br />
lo <strong>de</strong>cía <strong>de</strong> niños: «Sacad la planta <strong>de</strong>l cuarto o se os comerá el oxígeno» A<br />
mi hermano le gustaba regarla, cuidarla. Después <strong>de</strong>l acci<strong>de</strong>nte, madre le dijo<br />
que aunque fuera el pequeño tenía que cuidar <strong>de</strong> mí. Y él lo intentaba pero,<br />
<strong>de</strong>spués, a la hora <strong>de</strong> jugar, me rehuía. Decía que seguro que yo era como<br />
Dare<strong>de</strong>vil, que se apostaba lo que fuera a que podía escuchar los pensamientos.<br />
Que los ciegos tenemos superpo<strong>de</strong>res. Superpo<strong>de</strong>res… Mi hermano dice que<br />
es fácil llegar al garito <strong>de</strong> apuestas <strong>de</strong>l Armenio. Sólo son cuatro paradas <strong>de</strong><br />
metro sin transbordo. Eso me ha dicho, que es fácil. Y casi se pone a llorar,<br />
porque el armenio le aprieta <strong>de</strong>l brazo y le manda que cuelgue, y él gimoteando<br />
que por lo que más quiera vaya rápido con el dinero, que me lo <strong>de</strong>volverá,<br />
que sólo intentaba ganar lo suficiente para pagarme la operación. Encima<br />
me chantajea. Mi hermano pidiéndome que me meta en un charco. Ahora<br />
estoy <strong>de</strong> pie en el andén. Oigo conversaciones <strong>de</strong>lante mío. Una chica a mi<br />
izquierda pasa las hojas <strong>de</strong> un periódico sin <strong>de</strong>tenerse apenas. La gente me<br />
evita como si me ro<strong>de</strong>ara un campo <strong>de</strong> fuerza. Con la mano <strong>de</strong>recha sujeto<br />
el bastón, pegado a mí, sin tocar el suelo, con la izquierda aprieto fuerte el<br />
101