Fulanita de tal - Planeta Babel

Jesús Galán Galán · Marta García Otín
Y María, más feliz que un niño, dando infinitas gracias a sus amigos, que ni
imaginarse ella la sorpresa, que algo se esperaba, pero que, claro, un viaje tan
bien organizado es mucho dinero y que demuestran mucho amor, eso que a
ella tanto le falta, que solterita está y no es por gusto.
Y eso pensaba cuando ve que otra limusina los adelantaba, con una ocupante
en la parte de atrás, y menuda coincidencia del destino, «A ver si encima vamos
al mismo sitio», piensa.
Y ya en el aeropuerto, un guía que la esperaba con su nombre en un cartel «María
feliz cumpleaños», y María sonrisa en boca que ni le pide explicaciones . «Madre
mía, la pasta que les habrá costado todo esto». Y ¡hala!, a facturar, maleta en
una mano y billete en la otra, y en la cola tres turistas más que parecen de su
misma edad. Y a María que le parece que a la que ya despachan delante suyo
es la de la limusina, y vaya coincidencia, las dos al mismo lugar. Sólo faltaba
que también cumpliera años.
Y María que al subir al avión es recibida por la tripulación, que la felicitan y cuando
avanza por el pasillo le parece oír que la felicitan otra vez y piensa que tampoco
es para tanto, pero entiende que con un viaje tan caro haya tanta atención.
Y María que se acomoda y que encuentra raro que todo sean mujeres,
que ni un hombre y todas más o menos de la misma edad, que seguro será
una oferta para cumpleaños de una agencia contratada por internet. Seguro
que debe de ser eso, pero que vaya amigos más guasones, y cuánto la quieren,
que eso es lo que más importa en la vida.
Y María que desciende del avión, con emoción y cierta inquietud y que no se atreve
a comentar nada con sus compañeras de viaje por si acaso. Y María que pasa
el control de acceso y que accede a la zona de llegadas. Y María que ve otro guía
con «María, feliz treinta y tres cumpleaños», y otros guías con la misma felicitación,
y María que ya no entiende nada.
Y María que sube a otra limusina aparcada en la puerta, junto a otras limusinas
que hacen cola y el guía que le desea feliz estancia en la isla y en su
nueva vida, y también de parte de sus amigos casados que tanto la quieren,
mientras que le da por la ventanilla un plano de la isla y un libro de familia.
Y María que abre la primera página y lee su nombre, y el de su marido, y el
de su hijo, que nacerá dentro de nueve meses y un día.
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