Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Viejas costumbres<br />
Víctor Óscar García Álvarez<br />
el gran Roberto, el moreno «latin lover» admira-<br />
roberto, do por mujeres, el envidiado por hombres, y sobre<br />
todo el odiado por novios y maridos, estaba en aquella asquerosa situación.<br />
El autocar circulaba a gran velocidad por la carretera atravesando la estrellada<br />
noche. Casi todos los pasajeros dormían, y sólo algunos parecían leer o<br />
escuchar, mediante auriculares, la música o la película que se mostraba en la<br />
pan<strong>tal</strong>la. El aire le entraba por las piernas y sentía un frío terrible. Tenía que haberse<br />
puesto unas medias que calentaran más, pensó, por lo menos hasta que<br />
se acostumbrara a llevar faldas. Esta reflexión le volvió a hacer consciente <strong>de</strong><br />
lo ridículo que se sentía. Estaba seguro <strong>de</strong> que cualquiera que lo observara<br />
no se creería que era una mujer, sino una reina. Era imposible que el engaño<br />
funcionara.<br />
Miró a través <strong>de</strong> la ventana el oscuro paisaje y recordó lo que le había llevado<br />
a la situación actual. Sucedió hace un año, más o menos. ¿Por qué se tuvo<br />
que liar con Noelia? Su marido, el viejo Padrino, le quería como a un hijo. Le<br />
había ascendido y ya no tenía que hacer ningún trabajo sucio; sólo los or<strong>de</strong>naba.<br />
Pero no pudo evitarlo, su naturaleza, o mejor, su vocación <strong>de</strong> conquistador<br />
fue más fuerte que la fi<strong>de</strong>lidad que sentía por su jefe. Las miradas que<br />
la bella y joven esposa <strong>de</strong> veinticuatro años le <strong>de</strong>dicaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su marido<br />
<strong>de</strong> ochenta y dos años eran, no sólo una invitación sino también un reto<br />
que cualquier buen profesional tenía la obligación <strong>de</strong> cumplir. ¡Y vaya si lo cumplió!<br />
Unas cuantas veces, aunque seguro que el jefe pensó que había ocurrido<br />
únicamente una vez: la ocasión en que los <strong>de</strong>scubrió. Era lo suficientemente<br />
engreído como para creer que nadie lo traicionaba más <strong>de</strong> una vez. También<br />
fue una <strong>de</strong>sgraciada casualidad que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tres años <strong>de</strong> haber ins<strong>tal</strong>ado<br />
la sauna, <strong>de</strong>cidiera entrar justo aquel día, cuando ellos estaban <strong>de</strong>ntro. La<br />
67