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Off the beaten track<br />
María <strong>de</strong>l Mar Seijo<br />
santa Elena <strong>de</strong> Uairén, La gran Sabana, Venezuela, verano <strong>de</strong><br />
1997.<br />
«Off the beaten track». Así se titulaba uno <strong>de</strong> los apartados <strong>de</strong> la guía turística<br />
<strong>de</strong> Venezuela que compré en Barcelona dos días antes <strong>de</strong> partir hacia este<br />
país, y éste es precisamente el apartado que más le interesaba al aventurero<br />
<strong>de</strong> mi novio. Su traducción literal en castellano sería «Fuera <strong>de</strong> la ruta mordida»,<br />
y más o menos significaría «Fuera <strong>de</strong> la ruta más turística», si bien nuestro<br />
querido humorista Miguel Gila lo habría traducido más exactamente como<br />
«La ruta por don<strong>de</strong> te aconsejamos ir si no quieres tropezarte con miles <strong>de</strong> turistas<br />
aborregados que viajan en grupo todos juntitos y van siempre a visitar los<br />
mismos monumentos a la misma hora». Esto <strong>de</strong> ir aborregado en grupos organizados<br />
<strong>de</strong> turistas es lo que Gabi quería evitar a toda costa.<br />
Aquel día yo me encontraba sola en Santa Elena <strong>de</strong> Uairén, una pequeña ciudad<br />
al sur <strong>de</strong> Venezuela, fronteriza con Brasil, y la única ciudad <strong>de</strong> toda la<br />
región. Había llegado allí viajando sola <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Barcelona a Caracas, y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> cruzar Venezuela <strong>de</strong> norte a sur en un tortuoso viaje <strong>de</strong> 18 horas.<br />
Recuerdo con horror que el autocar hizo en todo el viaje una única y breve<br />
parada durante las 18 horas <strong>de</strong> trayecto (por favor, imaginen lo que pudo sufrir<br />
la vejiga <strong>de</strong> los pobres pasajeros). También recuerdo que a las afueras <strong>de</strong><br />
Caracas, hacia la una <strong>de</strong> la madrugada, un súbito golpe nos <strong>de</strong>spertó. Alguien<br />
lanzó una piedra contra el cris<strong>tal</strong> <strong>de</strong>lantero <strong>de</strong>l autocar con la intención <strong>de</strong><br />
pararlo para atracarnos. Gracias a Dios, el experimentado conductor reaccionó<br />
inmediatamente y no se <strong>de</strong>tuvo ni un momento, por lo que salimos ilesos<br />
<strong>de</strong> ese percance.<br />
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