Fulanita de tal - Planeta Babel

Juan Carlos Pastor
una botella de colonia, varios libros, un peine, unos pendientes de bolas de
turquesa, una pluma estilográfica y una caja de latón que ignoro lo que puede
contener, ya que está atada y lacrada. Es todo lo que había. Desconozco
si sabrá que su prima ya no trabajaba para nosotros desde hace varios años,
aunque nos había pedido poder seguir ocupando la habitación y quedarse a
vivir en casa. Naturalmente aceptamos por el cariño que sentíamos hacia ella.
Insistió en pagarnos cierta cantidad mensual en concepto de alquiler, cosa
a la que nos negamos rotundamente. Para nosotros era como un miembro más
de la familia. Además era una buena compañía y me ayudó mucho a afrontar
la pérdida de mi marido. También gracias a ella no me encontré tan desamparada
cuando mis hijos se casaron y marcharon a París. Aunque únicamente nos veíamos
por las noches pues a ella su empresa le ocupaba casi todas las horas
del día. Con el dinero que consiguió de los ágapes que le encargaban abrió
un pequeño restaurante en el centro de la ciudad. Poco después se quedó
pequeño y abrió otro más grande en la plaza del ayuntamiento. La fama de
sus recetas se extendió por toda la región. Todavía en vida de mi marido nos
comunicó que se ausentaría aproximadamente un año en el que se instalaría
en París para abrir el que sería el mayor y más conocido de sus restaurantes.
Así fue. Regresó, como dijo, al cabo de un año. Algo en ella había cambiado,
parecía más serena aunque también más distante. Su fortuna llegó a ser
considerable aunque delegaba prácticamente todo en sus administradores.
Tuvo la oportunidad de marcharse pero no lo hizo. Prefirió quedarse en casa.
Aquí vivió hasta el mes pasado, en que un desgraciado accidente provocó un
incendio en la cocina del restaurante de la plaza del ayuntamiento. Eran sobre
las dos y media de la madrugada y su prima se encontraba en el restaurante
junto con el jefe de cocina. Preparaban el menú para los días siguientes.
Una explosión causada por la caldera central propagó las llamas por la cocina,
que llegaron hasta el comedor principal. Según lo que declaró el jefe de
cocina, su prima intentó salir por la puerta de emergencia, pero como todo
quedo a oscuras a causa del humo, parece ser que no consiguió localizar la
salida. Él también quedó atrapado en el interior del restaurante, pero tuvo
la ocurrencia de refugiarse en la cámara frigorífica, lo que le salvo la vida. Los
bomberos lo encontraron con síntomas de hipotermia. A Teodora la encontraron
tumbada a dos metros escasos de la puerta de emergencia. El fuego
no la alcanzó; murió asfixiada.
Intentamos localizar a algún pariente pero no conocimos nunca a nadie relacionado
con ella. Siento que no pudiese usted asistir al funeral de su prima.
Sólo recientemente encontré su nombre en la vieja agenda de mi marido.
Le comunico todo esto para que la tenga presente en su recuerdo. Por
si es de su interés, dentro de un mes se procederá a la lectura del testamento
del que, teniendo en cuenta que sólo le tenía a usted, supongo que
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