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Fulanita de tal - Planeta Babel

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Vida mía<br />

a sus<br />

Rocío Ruiz<br />

treinta y pico años, recibió la inesperada noticia sentada<br />

y sola, a través <strong>de</strong> la voz fría <strong>de</strong> un médico <strong>de</strong> hospi<strong>tal</strong>.<br />

El azar le guiñaba un ojo, le robaba todas las cartas <strong>de</strong> la baraja y usurpaba<br />

el timón <strong>de</strong> los acontecimientos. Así que para ella, que siempre lo planificaba<br />

todo minuciosamente, aquellos primeros días fueron confusos, y<br />

los siguientes también.<br />

Al cabo <strong>de</strong> una semana, en la terraza <strong>de</strong> un bar bajo un tímido sol <strong>de</strong> noviembre,<br />

tomó la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> apostar por el viaje y una horchata huérfana. Se <strong>de</strong>jó<br />

mecer en brazos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino burlón, sin saber en qué momento exacto comenzó<br />

aquel itinerario vi<strong>tal</strong>, <strong>de</strong>l que ya no volvería.<br />

Los primeros días navegó en una espera reflexiva, espiándose a sí misma a<br />

escondidas. Un bostezo distraído, un pensamiento obsceno, un suspiro matinal<br />

o la caída <strong>de</strong>l bolígrafo al suelo eran analizados en <strong>de</strong><strong>tal</strong>le buscando nexos<br />

<strong>de</strong> unión entre ellos y el viaje. A medida que las semanas avanzaban, el mimo <strong>de</strong><br />

los compañeros y familiares la aturdía, así que se volvió huraña y escondidiza.<br />

Recorría las calles buscando la huella <strong>de</strong> su propia sombra. Dormitaba acunada<br />

por el traqueteo <strong>de</strong>l metro y <strong>de</strong>spertaba sudando en mitad <strong>de</strong> la noche.<br />

Cantaba canciones que <strong>de</strong>testaba y empezó a comer palomitas <strong>de</strong> forma compulsiva.<br />

Continuaba observándose y <strong>de</strong>scubrió sus <strong>de</strong>dos inflados, su memoria<br />

ofuscada, el equilibrio inestable <strong>de</strong> sus pies y aci<strong>de</strong>z en su boca. La inminencia<br />

<strong>de</strong>l viaje <strong>de</strong>jaba pistas que ella interpretaba en confusos libros <strong>de</strong><br />

medicina.<br />

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