e - Fundació Uriach 1838
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PARA SEGUIR, ALGO DE FICCIO N<br />
Se podría decir que la publicida d<br />
nos proporciona una imagen de l<br />
pasado muy similar a la del común<br />
de los mortales, a la de cual -<br />
quiera .<br />
Los acontecimientos remotos s e<br />
recuerdan con una cierta melancolía<br />
. por duros que hayan sido ,<br />
frente a la crudeza del presente .<br />
Lo pasado siempre parece mejo r<br />
porque cuando sucedió tino er a<br />
más joven y tenía por delante tod o<br />
el futuro, que ahora es present e<br />
y no suele corresponderse con los<br />
anhelos ni con las ensoñaciones<br />
de la juventud. Los malos tragos<br />
se dulcifican en el recuerdo . Los<br />
buenos momentos se mitifican y<br />
cobran un relieve mágico de imposible<br />
repetición .<br />
La propaganda, al menos la española,<br />
al menos la farmacéutica<br />
. es vulgar y efímera hasta e n<br />
eso . Se comporta como un testimonio<br />
de lo que pudo ser . de l o<br />
que acaso debió ser y no fue, d e<br />
lo que muchos quisieran que fue -<br />
se y sucedió de otra manera ,<br />
como la memoria de la mayorí a<br />
de los humanos . En ella no hay<br />
grandeza, ni heroísmo, ni apenas<br />
visiones líricas . Sólo la belleza de<br />
lo cotidiano, de los anhelos en oca -<br />
siones elevados, en otras torpes ,<br />
de algunos científicos y mucho s<br />
mercaderes empeñados en vivir ,<br />
en sobrevivir, en pasar los (lías de<br />
su vida de la mejor forma posible .<br />
Los nobles pueden mirarse en la s<br />
pinacotecas . Allí está el recuerd o<br />
de sus antepasados, de las batallas,<br />
de las fiestas, de los gran -<br />
des de este mundo y de sus in -<br />
quietudes y deseos . Los villanos<br />
nos observamos mejor en la publicidad:<br />
en algo mucho menos<br />
bello, menos trascendente, plagado<br />
de intereses torpes fácil -<br />
mente desenmascarables . Los<br />
abuelos saben que hubo una guerra,<br />
o dos o tres . Algunas entre<br />
hermanos, otras alejadas d e<br />
ellos . Aunque las hayan sufrido ,<br />
no conocen con exactitud a qué<br />
se debieron y, si están bien informados,<br />
no suelen querer habla r<br />
de ello. Su memoria es más pla -<br />
na, más intimista, más efímera ,<br />
menos rimbombante, más simi -<br />
lar al trabajo de un coleccionista<br />
o de un literato que al de un historiador<br />
o un intelectual . Esta<br />
historia, cuyos prolegómenos es -<br />
103<br />
toy contando al encuadrarla e n<br />
unas coordenadas históricas y<br />
en una visión impertinente de algunos<br />
asuntos, amparándome e n<br />
una colección privada y en uno s<br />
conocimientos públicos, pued e<br />
ser la de cualquiera . uno de esos<br />
muchos «Nadie» que vemo s<br />
cotidianamente por las calles d e<br />
los pueblos y de las ciudades, qu e<br />
viven, se multiplican y mueren sin<br />
dejar apenas huella o dejándol a<br />
sólo en sus allegados .<br />
Basándome en ello, a partir de aho -<br />
ra voy a narrar la historia d e<br />
Antoñita . no la fantástica, no: An -<br />
toñita Cualquiera que, pese a su<br />
apellido, no es, ni mucho menos ,<br />
una cualquiera, sino uno de lo s<br />
miembros de una familia de l a<br />
burguesía media-baja, mediaalta,<br />
según vengan los tiempos ,<br />
emparentada estrechamente co n<br />
los Nadie . uno de los que llegó a<br />
ayuda de destilador en la Corte d e<br />
Felipe II y murió sin descendencia ,<br />
aunque esta circunstancia no in -<br />
fluyó, para nada, en la inmensa<br />
saga de los Nadie y los Cualquiera ,<br />
que pueblan las calles y los pueblos<br />
de esta España que de tanta s<br />
maneras se puede contemplar .