e - Fundació Uriach 1838

El poco tiempo libre que le que -
daba de sus muchas labores l o
ocupaba doña Antonia en la lectura.
Durante muchos siglos ha n
sido los hombres quienes escribían
y leían . Lo hacían sobre co -
sas serias y trascendentes . Era n
recibidos por reyes y poderosos ,
y sus opiniones se tenían en cuenta
como las de un oráculo . Luego ,
poco a poco, la situación cambió .
Los poderosos y los burgueses
pasaron a observar a los litera -
tos como bufones de sus ocios y
a los filósofos o historiadore s
como a seres excéntricos e inírti -
Portacalendarios de mesa ofrecido por Productos Farmacéuticos Bu%er-llrister Luciu s
les. De esa manera, poco a poco ,
los escritores empezaron a preocuparse
por los temas de verda d
importantes y las mujeres comen -
zaron a leer. A Antoñita, de jo -
ven, y a doña Antonia de mayor ,
no se le pasaba ni un (lía si n
sorberse el folletón del diario ; por
eso le pareció tan bien que el pro -
pietario de la farmacia Riazzo ,
sita en la calle Leganitos de Madrid,
entregara a su clientela, se -
manalmente, un cromo con tin a
ilustración y un capítulo resumi -
do de La vuelta al Inundo en
ochenta días . Las obras de don
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Julio Verne resultaban siempre
entretenidas y provechosas, com o
si uno tuviera una cultura mu y
superior a la suya y supiera algo
de todo, hasta de Ciencia . Los
cromos permitían una lectur a
sosegada del capítulo y la espera
del siguiente con toda avidez, y
las ilustraciones ayudaban a l a
imaginación. Desde luego, ['Micas
Vogg estaba perfectamente retra -
tado con su traje oscuro, su sombrero
de chimenea, su bastón y
su aspecto grave y barbado . Las
ilustraciones sobre las diversa s
partes del mundo, sobre los bar -