SOLIDO LIQUIDO O GAS? - Instituto Cuánto
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sas públicas, un zoológico de entidades casi desconocidas y una selva de<br />
reglamentos, incisos y trámites.<br />
Pero basta acercarse un poco para darse cuenta de que se trata de un<br />
cascarón.<br />
De ese millón de empleados, ¿cuántos realmente trabajan? El maestro,<br />
¿cuántas horas dedica a preparar sus clases? El médico, ¿cuánto tiempo<br />
a atender pacientes que no pagan? Los oficinistas se ocupan más de las<br />
chambas particulares sin las cuales morirían de hambre. Y las empresas<br />
públicas ¿cuántos de sus equipos están parados por falta de mantenimiento?<br />
Y a los reglamentos del Gobierno ¿cuántos les hacemos caso?<br />
Estamos en el peor de los mundos –casi sin Estado–, pero condenados<br />
a soportar el ropaje del monstruo que fue.<br />
Nada menos que el señor Camdessus, arzobispo de la gran Iglesia del<br />
conservadurismo económico (el Fondo Monetario Internacional), viajó especialmente<br />
al Perú para hablarnos de la falta de Estado. “La gran tarea del<br />
país –dijo– es aumentar la recaudación tributaria”. O sea, agrandar<br />
financieramente al Estado. Después de todo, el “niño bueno” del conservadurismo<br />
económico es Chile, país que entrega impuestos por un valor de<br />
31% de su ingreso nacional para financiar a su Estado; si nos guiamos por<br />
esa proporción, los chilenos resultarían ser casi 5 veces más estatistas que<br />
nosotros. Sus leyes y reglamentos serán menos frondosos, pero se respetan.<br />
En realidad, la cuestión no es si debe estatizarse o no. La respuesta es<br />
obvia. El problema, más bien, es: ¿cómo hacer para recuperar al Estado?<br />
Para empezar habría que entender que el déficit no es sólo de orden<br />
financiero. Antes que nada es un déficit moral: de honestidad, de solidaridad,<br />
de voluntad para poner el hombro, de identidad peruana.<br />
Sólo un gobierno que empiece por resolver el faltante ético podrá<br />
resolver el déficit financiero. Demorará, pero eventualmente, tendremos el<br />
mejor de los mundos: un Estado con verdadera capacidad para actuar y, con<br />
una línea esbelta, que dé gusto mirarlo.<br />
Newsletter de Good Year, octubre de 1991<br />
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