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hidalgo - secom sa de cv

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ya se perfila. los bronces <strong>de</strong>l reloj continúan haciéndose oír hasta<br />

una legua <strong>de</strong> distancia. la música entra en ca<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>spués vuelve<br />

a vibrar y las voces se elevan:<br />

…¡Patria, patria!, tus hijos te juran<br />

exhalar en tus aras su aliento,<br />

si el clarín con su bélico acento<br />

los convoca a luchar con valor…<br />

al fin calla la banda. los músicos están extenuados. Calla también<br />

el reloj musical; disminuyen los estampidos en el cielo; la multitud<br />

guarda silencio, todavía bajo la emoción en que los sumió el<br />

canto y la música, que recordó a todos que eran mexicanos. En las<br />

bocas ha quedado un <strong>sa</strong>bor amargo, <strong>sa</strong>lado. En las conciencias hay<br />

la convicción <strong>de</strong> que no basta la <strong>sa</strong>ngre <strong>de</strong>rramada para conquistar la<br />

libertad, porque siempre hay traficantes dispuestos a enca<strong>de</strong>narla <strong>de</strong><br />

nuevo, y ante la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> lo innegable, los hombres empinan<br />

la botella para <strong>de</strong>shacer el nudo que tienen en la garganta y luego<br />

gritan a todo pulmón:<br />

—¡Viva México! ¡Viva México!…<br />

Ese himno, más que alegrar a la gente, la ha entristecido. Pero a<br />

la juventud no le importa el pa<strong>sa</strong>do, ni pien<strong>sa</strong> en el porvenir, y con<br />

su regocijo ahuyenta las evocaciones doloro<strong>sa</strong>s que pa<strong>sa</strong>n por el pen<strong>sa</strong>miento<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Pronto vuelven los gritos jubilosos, el confeti<br />

y las carcajadas, acompañados por la música <strong>de</strong>scompa<strong>sa</strong>da <strong>de</strong> las humil<strong>de</strong>s<br />

bandas pueblerinas, que hacen lo mejor que pue<strong>de</strong>n.<br />

andando los años, al comentar alguien estos hechos, dijo tristemente:<br />

—ningún visitante que hubiera llegado <strong>de</strong> improviso en ese<br />

momento, habría imaginado que México vivía entonces, preci<strong>sa</strong>mente,<br />

la víspera <strong>de</strong> una gran tragedia en que el estruendo <strong>de</strong> los<br />

cañones haría olvidar a los hombres que nacieron hermanos bajo el<br />

mismo sol.<br />

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