27.04.2013 Views

hidalgo - secom sa de cv

hidalgo - secom sa de cv

hidalgo - secom sa de cv

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

todos nuestros diez amigos <strong>de</strong> Pachuca habían sido arrestados<br />

y encerrados en la cárcel; pero ninguno había estado ante un juez.<br />

a dos <strong>de</strong> ellos se les acusó por <strong>de</strong>udas que no podían pagar; a uno lo<br />

habían <strong>de</strong>tenido por borracho; a otro, también en estado <strong>de</strong> ebriedad,<br />

por haber disparado al aire; uno más había gritado <strong>de</strong>masiado en el<br />

Día <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, el 16 <strong>de</strong> septiembre; otro había intentado<br />

abu<strong>sa</strong>r <strong>de</strong> una mujer; el siguiente había tenido una leve disputa con<br />

otro muchacho por la venta <strong>de</strong> un anillo <strong>de</strong> cinco centavos; otros dos<br />

habían sido músicos <strong>de</strong>l ejército y habían <strong>de</strong>jado una compañía para<br />

darse <strong>de</strong> alta en otra sin permiso; y el último había sido empleado <strong>de</strong><br />

los rurales y lo vendieron por haber visitado a dos rurales, sus amigos,<br />

que estaban en la cárcel cumpliendo sentencia por <strong>de</strong>serción.<br />

Cuando sonreímos con incredulidad al oír el relato <strong>de</strong>l último<br />

prisionero, y preguntamos abiertamente al jefe <strong>de</strong> los guardias rurales<br />

si aquello era cierto, nos asombró con su respuesta. afirmando con la<br />

encanecida cabeza, dijo en voz baja: “Es verdad. Mañana me pue<strong>de</strong><br />

tocar a mí. Siempre es el pobre el que sufre”.<br />

Hubiéramos creído que los relatos <strong>de</strong> estos hombres eran cuentos<br />

<strong>de</strong> hadas; pero fueron confirmados por uno u otro <strong>de</strong> los guardianes.<br />

El caso <strong>de</strong> los músicos nos interesó más. El más viejo <strong>de</strong> ellos tenía una<br />

frente <strong>de</strong> profesor universitario: tocaba la corneta y se llamaba amado<br />

Godínez. El más joven no tenia más allá <strong>de</strong> 18 años; tocaba el bajo y<br />

se llamaba Felipe Gómez. Este último fue quien lloró en el momento<br />

<strong>de</strong> la partida.<br />

“nos mandan a la muerte…, a la muerte—dijo entre dientes<br />

Godínez—. nunca <strong>sa</strong>ldremos vivos <strong>de</strong>l agujero”.<br />

Durante todo el camino don<strong>de</strong>quiera que lo encontramos, <strong>de</strong>cía<br />

lo mismo, repitiendo una y otra vez: “nos mandan a la muerte…,<br />

a la muerte”; y siempre, al oír estas palabras, el muchacho <strong>de</strong> cara<br />

bondado<strong>sa</strong> que iba a su lado, acobardado, <strong>de</strong>jaba escapar las lágrimas<br />

silencio<strong>sa</strong>mente. 27<br />

27 Ibi<strong>de</strong>m, pp. 75, 76 y 77.<br />

47

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!