Estas historias de mujeres que nos precedieron - Unión Personal ...
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por tierra, <strong>de</strong>spertaba asombro por la ligereza y el estilo particular. Solía cabalgar <strong>de</strong>scalza y,<br />
bravía como era, sorprendía con su agilidad y su puntería.<br />
Se confesaron su mutuo amor. Iría adon<strong>de</strong> el quisiese y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora, ella sería la<br />
única mujer en el ejército peleando por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a Facundo Quiroga. No estaría entre otras, si<br />
las hubiere. Ella era sinónimo <strong>de</strong> lucha, <strong>de</strong> valentía. A él le pareció bellísimo el gesto cuando<br />
le dijo <strong>que</strong> aún se mantenía “muncha”, en su dialecto, <strong>que</strong> quiere <strong>de</strong>cir “virgen”, y no lo había<br />
hecho para honrar las leyes <strong>de</strong> las tribus, sino para darse íntegra al cristiano <strong>que</strong> supiera<br />
valorarla como era, <strong>que</strong>rerla y permanecerle fiel.<br />
Mantenía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su niñez un gran orgullo por su sangre blanca y su religión católica.<br />
Su madre había <strong>de</strong>cidido <strong>que</strong> tenía <strong>que</strong> ser bautizada. Que <strong>de</strong>bía ser mujer <strong>de</strong> un solo hombre<br />
y mantenerse fiel a su cariño. El adulterio, según la tradición huarpe, era castigado con la<br />
muerte.<br />
El también era cristiano y se conmovió por el gesto.<br />
Después, con la alegría <strong>que</strong> caracterizaba a la pareja, se casaron <strong>de</strong> manera típica, y<br />
el ahora yerno <strong>de</strong>l caci<strong>que</strong>, conjuntamente con su esposa, se pusieron a reclutar tropas para<br />
sumarlas a Quiroga en esos años <strong>de</strong> 1821, uno <strong>de</strong> los hombres más temerarios, sostenedor <strong>de</strong>l<br />
gobierno riojano.<br />
Martina recordaría por mucho tiempo el encuentro, cuando su compañero se la<br />
presentó a su jefe.<br />
El había clavado en ella sus ojos penetrantes, como cuando miraba un mapa <strong>de</strong> los<br />
lla<strong>nos</strong>, y la seguía recorriendo, tal vez para memorizarla. Se <strong>de</strong>tenía en su pelo chuzo, en sus<br />
botas <strong>de</strong> potro, en su cara curtida <strong>de</strong> heladas y zondas.<br />
- ... le oí la voz, <strong>que</strong> ya era leyenda, pero <strong>que</strong> se asemejaba al hombre todavía – referiría<br />
Martina.<br />
- ¿Así <strong>que</strong> vos sos Martina Chapanay, huarpe indígena, casada con uno <strong>de</strong> mis<br />
hombres, y estás dispuesta a incorporarte a las filas montoneras? – preguntó con<br />
curiosidad - ¿No tenés miedo? ... ¡Pelear no es fácil aquí!.<br />
Y ella había contestado con firmeza y <strong>de</strong>terminación.<br />
- ¡General Quiroga¡... ¡Es mi obligación seguirlo hasta la muerte ... como a Usted!.<br />
Y se puso firme, cuadrándose. - ¡A<strong>de</strong>más, cuando mi marido llegó a San Juan a reclutar<br />
hombres, dijo cosas <strong>que</strong> nadie había oído nunca <strong>de</strong> Facundo Quiroga!.<br />
- ¿Cómo qué? – Le había preguntado el caudillo, sonriente e inquisidor.<br />
Y... “¡<strong>que</strong> esos mismos hombres, por las noches, se transformaban en tigres y se entien<strong>de</strong>n<br />
con seres <strong>de</strong> otros mundos!... ¡Que su caballo moro le sirve <strong>de</strong> oráculo y <strong>que</strong> predice el<br />
porvenir!... Cuentan <strong>que</strong> usted suelta a esos guerreros por la noche y se transforman en<br />
“capiangos”, animales misteriosos <strong>que</strong> nadie ha visto, pero <strong>que</strong> son las fieras <strong>que</strong>