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Estas historias de mujeres que nos precedieron - Unión Personal ...

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huérfa<strong>nos</strong> <strong>de</strong> la sociedad, buscaron protección, in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, olvido, en esas gran<strong>de</strong>s<br />

llanuras <strong>de</strong> la naturaleza”, finaliza Pedro Quiroga, al remarcar tan fielmente el retrato <strong>de</strong> sus<br />

epopeyas.<br />

En la Provincia <strong>de</strong> San Juan, se dice <strong>que</strong> hubo un lugar <strong>que</strong> se llamó Paso <strong>de</strong> la<br />

Martina, situado en Pié <strong>de</strong> Palo, en Pueblo Viejo, en el distrito <strong>de</strong> Concepción, o propiamente<br />

Caucete. Allí había una mina <strong>de</strong> oro <strong>que</strong>, según comentarios, ella encontró. La boca <strong>de</strong> la<br />

misma estaba tapada por una piedra, y <strong>de</strong>ntro había un cincel y martillo <strong>que</strong> habría utilizado<br />

para extraer algún mineral precioso, u oro, <strong>que</strong> vendió a cambio, para abastecer con víveres a<br />

los pobladores <strong>de</strong> los aledaños.<br />

Una mujer <strong>de</strong> semejantes características y personalidad, luego <strong>de</strong> a<strong>que</strong>llas luchas<br />

fraticidas, se volvió áspera y enérgica.<br />

Por su prodigiosa memoria, su oído excepcional y su vista <strong>de</strong> lince, era célebre por los<br />

alre<strong>de</strong>dores. Era excelente jugadora y ganaba en las pulperías, haciendo crecer su fama por<br />

ayudar a los pobres. Se prestaba a apuestas fuertes y exhibiciones para ganar dinero fácil y<br />

repartirlo <strong>de</strong>spués.<br />

Prestó ayuda incondicional a quienes luchaban por su suelo nativo.<br />

Esto le costó ser buscada por la casi inexistente policía Sanjuanina, y buscada por<br />

los lugares <strong>que</strong> solía frecuentar, pero nunca encontraron huellas <strong>de</strong> sus pasos.<br />

Le sirvió <strong>de</strong> correo al Chacho Peñaloza y en Angaco y San Juan, continuó prestando su apoyo<br />

al general Benaví<strong>de</strong>z, cuando éste se incorporó al ejército <strong>de</strong> Pacheco, quién gobernó San<br />

Juan por más <strong>de</strong> 20 años y había militado junto a Facundo Quiroga <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus inicios.<br />

Martina Chapanay y Victoria Romero <strong>de</strong> Peñaloza, se conocieron y congeniaron, y<br />

al igual <strong>que</strong> Juana Azurduy y Policarpa Salabarrieta en Colombia, fueron “Amazonas<br />

sudamericanas”, <strong>que</strong> vivieron luchando por la Patria. Combatieron y <strong>de</strong>fendieron sus raíces.<br />

Martina Chapanay ya ha pasado los 50 años. En el crepúsculo <strong>de</strong> su vida, necesita<br />

un poco <strong>de</strong> paz, y su nuevo trabajo consistirá en rescatar animales perdidos o robados, <strong>que</strong> su<br />

olfato y rastreo <strong>de</strong>tectaban a enormes distancias.<br />

Fue la única sobreviviente por años <strong>de</strong> a<strong>que</strong>llas montoneras gauchas. Según<br />

transmisiones orales <strong>de</strong> los lugareños, era una mezcla <strong>de</strong> mito y <strong>de</strong> realidad. “... la Martina<br />

hastiada <strong>de</strong> soledad, va a un pueblo a buscar un cariño ... y lo encuentra.<br />

“...¡Claro, el mocetón no acepta, pero ella concebía la i<strong>de</strong>a <strong>que</strong> podía hacerse<br />

<strong>que</strong>rer!. Para una mujer como era esta, vigorosa, mezcla <strong>de</strong> huarpe, no eran nada los años<br />

vividos al aire libre y en plena actividad. No se había enfermado nunca. No habían <strong>de</strong>formado<br />

su cuerpo ni las luchas ni los alimentos. Por la misma razón, seguía fuerte, elástico y<br />

vigoroso, como tallado en bronce.<br />

Lo atacó así, <strong>de</strong> improviso. Resolvió amarlo y resolvió ser amada. Lo quiso por la fuerza y se<br />

lo llevó como una prenda... ¡Como una cosa-objeto!... ¡Qué ruda se había vuelto!...<br />

¡Tremendamente áspera, casi cruel!... y cuando él quiso escapar, la impru<strong>de</strong>ncia y el ruido <strong>de</strong><br />

los cascos <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong>spertó a su raptora, la cual, pocos minutos <strong>de</strong>spués, <strong>de</strong> un acertado<br />

tiro <strong>de</strong> boleadoras, lo hizo rodar por tierra y tuvo entonces <strong>que</strong> conformarse con su mala

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