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En este terrible desierto,<br />
bajo la pálida luz de la luna, los<br />
muertos caminan. Vagan por las<br />
dunas en las frías noches sin<br />
viento. Sostienen en alto sus<br />
armas en un burlón desafío a toda<br />
la vida, y a veces, con sus<br />
fantasmagóricas voces resecas<br />
como el susurro de hojas<br />
marchitas, susurran la palabra<br />
que recuerdan de cuando<br />
estaban vivos, el nombre de su<br />
viejo y siniestro amo. Susurran el<br />
nombre de Nagash"<br />
de "El libro de lo Muertos" de<br />
Abdul-ben-Raschid, traducido del árabe<br />
por Heinrich Kemmler.<br />
La Historia de Nagash<br />
Al sur del Imperio, al Sur de los<br />
Reinos Fronterizos, al sur incluso de las<br />
Tierras Termas y Karak-Azul, se<br />
encuentra una tierra de la que pocos<br />
hombres hablan. Incluso aquellos que<br />
conocen su nombre verdadero no<br />
pronuncian este nombre en voz alta,<br />
prefiriendo referirse a ella, con voz<br />
queda, llamándola el Reino de los<br />
Muertos. Pocos hombres han estado en<br />
ella y han podido regresar para contarlo.<br />
El enloquecido príncipe árabe Abdulben-Raschid<br />
recorrió esta tierra con un<br />
único objetivo: buscar la inspiración para<br />
su blasfema obra maestra: El Libro de<br />
los Muertos. Muchos estudiosos deben<br />
sus conocimientos sobre el Reino de los<br />
Muertos a las pocas copias que de este<br />
manuscrito han sobrevivido.<br />
Nagash<br />
Ben-Raschid no vivió para ver la repulsión generalizada que su obra provocó en el público. El Califa de Ka-Sabar ordenó<br />
quemar todas las copias del libro. El Príncipe Loco murió en extrañas circunstancias, estrangulado por unas manos invisibles en<br />
el interior de una habitación con un única puerta cerrada por dentro. Cuando sus criados finalmente pudieron derribar la puerta,<br />
sólo encontraron su frío cadáver con la cara de color púrpura. El cuerpo estaba tan frío al tacto que quemó las manos de los que<br />
intentaron levantarlo. Los cruzados, al volver de su periplo por Arabia, llevaron ejemplares de su obra hacia el Viejo Mundo, pero<br />
muchos de ellos tuvieron que lamentar su decisión.<br />
El Libro de los Muertos habla del gran desierto situado al Este de Arabia donde pueden encontrarse las necrópolis,<br />
ciudades funerarias para los muertos que no se conforman con su destino. Cada necrópolis contiene incontables mausoleos y<br />
pirámides en las que habitan unos seres que es preferible no conocer. Durante el día, la ardiente arena entre las tumbas está<br />
vacía, y sólo algunas grandes serpientes reptan entre las ruinas. Pero en ciertas noches oscuras, los cadáveres de los muertos<br />
salen de sus oradas y se ocupan de sus asuntos, en una siniestra parodia de sus vidas anteriores. Reparan las tumbas<br />
erosionadas por el tiempo, y patrullan las fronteras de sus necrópolis. A veces marchan para combatir contra los habitantes murtos<br />
de otras ciudades funerarias.<br />
A veces, los gobernantes No Muertos de las necrópolis hacen pactos y alianzas, y sus hordas invaden Arabia, o las tierras<br />
del Norte. Durante las Cruzadas, las fuerzas del Rey Esteban de Estalia destruyeron un gran ejército de No