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Chiqui - Instituto Francés de Estudios Andinos

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6 Margarita GENTILE<br />

En cuanto a El <strong>Chiqui</strong> en sí, respaldándose en un tramo <strong>de</strong> la crónica <strong>de</strong> Fernando<br />

<strong>de</strong> Montesinos quien <strong>de</strong>finía chiqui como la adversa fortuna, allí mismo relacionó el<br />

dato con la fiesta y la vidala porque, según Peralta, esa había sido la finalidad <strong>de</strong> la fiesta<br />

(Lafone, 1888: 377).<br />

Llegados a este punto hay que notar que cuando Lafone publicó su carta sobre la<br />

“fiesta o juego <strong>de</strong>l chiqui”, su atención no estaba puesta en ese tema, sino en tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir<br />

quienes habían sido las divinida<strong>de</strong>s andinas relacionadas con la meteorología (5),<br />

especialmente el rol <strong>de</strong>l suri en las creencias indígenas. El tema <strong>de</strong> la ausencia <strong>de</strong> esta<br />

cabeza entre las que se llevaban al dar vueltas alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l árbol, era su principal<br />

argumento para afirmar que se trataba <strong>de</strong> un animal sagrado relacionado con la lluvia.<br />

También los muñecos <strong>de</strong> pan que se daban como premio a quien ganaba la<br />

carrera, lo llevó a largas consi<strong>de</strong>raciones acerca <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong>l marqués <strong>de</strong> Nadaillac y<br />

su viaje hacia los cazadores <strong>de</strong> cabezas <strong>de</strong> Borneo, buscando allí comportamientos<br />

similares para explicar sus datos riojanos. Recién el texto <strong>de</strong> Montesinos lo trajo <strong>de</strong><br />

vuelta a la región andina, dando lugar a un apéndice en la reedición <strong>de</strong> sus cartas.<br />

Aprovechando estas publicaciones, el abogado Adán Quiroga, también interesado<br />

en el folklore, i<strong>de</strong>ntificó a El <strong>Chiqui</strong> con ciertos personajes dibujados en el cuerpo <strong>de</strong> las<br />

urnas (6) que le vendían quienes escarbaban con esa finalidad en los cementerios<br />

prehispánicos <strong>de</strong>l valle <strong>de</strong> Yocavil (Santa María, provincia <strong>de</strong> Catamarca).<br />

Quiroga se basó en esos diseños para afirmar que los restos hallados en el interior<br />

<strong>de</strong> las urnas habían sido ofrendas a El <strong>Chiqui</strong>, quien era, según él, una divinidad<br />

antropomorfa cuya fiesta era un remedo <strong>de</strong> otra prehispánica que se realizaba para<br />

pedirle que cesara la sequía, ofreciéndole a cambio sacrificios humanos (Quiroga, 1897:<br />

550 y siguientes) (Fig. 4).<br />

Juan B. Ambrosetti, por su parte, <strong>de</strong>finió psicológicamente a El <strong>Chiqui</strong><br />

explicando que:<br />

“... los calchaquíes hicieron intervenir en todo esto [es <strong>de</strong>cir, achacaron<br />

la causa <strong>de</strong> la adversidad que perseguía a cualquier cosa que emprendieran]<br />

a la fatalidad sobrenatural representada por un numen a quien había que<br />

conjurar: el Chiquí o Vatí [sic]. La ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l hombre a crear sus<br />

dioses según su propio retrato, hizo que el Chiquí tuviera los caracteres<br />

morales <strong>de</strong> los calchaquíes y, por esto, lo encontramos vengativo,<br />

sanguinario, feroz como ellos, y al que sólo aplacaban conjurándolo con<br />

holocaustos sangrientos que le ofrecían con más o menos abundancia.<br />

Como esto no bastase, y el Chiquí, a pesar <strong>de</strong> todo, continuara inexorable,<br />

nació entre ellos la i<strong>de</strong>a, o quizá les fue importada, <strong>de</strong> propiciarse genios<br />

tutelares que tuvieran suficiente po<strong>de</strong>r para conjurarlo, y <strong>de</strong> aquí surgieron<br />

(5) Sus preocupaciones se concretarían en el “Ensayo mitológico – El culto <strong>de</strong> Tonapa – Los<br />

himnos sagrados <strong>de</strong> los reyes <strong>de</strong>l Cuzco según el yamqui Pachacuti” (1892), don<strong>de</strong> trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar<br />

que, al contrario <strong>de</strong> la opinión <strong>de</strong> E. B.Tylor, los salvajes también podían tener religión.<br />

(6) A estas vasijas <strong>de</strong> alfarería se las llamó “urnas” por comparación con las urnas cinerarias<br />

europeas, porque quienes las hallaban <strong>de</strong>cían que contenían huesos humanos.

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