Reconocimiento a 50 y 25 años de Abogacía - LA TOGA
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IV<br />
Dossier<br />
para hoy. Karl abrió el sobre y encontró un unas<br />
breves líneas.<br />
Her Ruber: Me permito anunciarle mi visita para la<br />
tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> hoy. Espero pueda recibirme pues se trata<br />
<strong>de</strong> un tema <strong>de</strong>licado. Afecta a Su Señoría. Llegaré<br />
en el tren <strong>de</strong> las 15,30 h. Firmado: Ernst Hrubresh.<br />
Karl cerró el sobre sin alcanzar a compren<strong>de</strong>r<br />
el sentido <strong>de</strong>l mismo. ¿Ernst Hrubresh <strong>de</strong> visita? ¿De<br />
pronto y sin más? Era algo insólito. No solo porque le<br />
pareciera una grosera forma <strong>de</strong> interrumpir unos días<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en compañía <strong>de</strong> su familia por parte <strong>de</strong><br />
alguien extraño, sino porque el personaje en cuestión<br />
no era <strong>de</strong> su cercano circulo <strong>de</strong> amista<strong>de</strong>s.<br />
Ernst Hrubresh, <strong>de</strong>lgado, enjuto, parapetado<br />
siempre tras unas pequeñas gafas metálicas, parecía<br />
que únicamente tuviera nada más que medio<br />
cuerpo, pues siempre estaba sentado tras el estrado,<br />
y jamás le había visto fuera <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> vistas. Era el<br />
asistente-secretario <strong>de</strong>l Juzgado Central número 9 <strong>de</strong><br />
Berlín. Perfecto servidor <strong>de</strong>l titular <strong>de</strong>l mismo, el Juez<br />
por excelencia <strong>de</strong> la ciudad, cuyo nombre se había<br />
borrado para todos para ser conocido únicamente<br />
como “Su Señoría”. Era el Juez sobre todo Juez.<br />
La referencia, una institución. Y Hrubresh era su<br />
perfecto ayudante. Servicial, solícito y atento a las<br />
necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tan singular personaje. Si Su Señoría<br />
necesitaba una sentencia para una cita doctrinal,<br />
el auxiliar le facilitaba con prestancia el documento<br />
exigido, o el dato solicitado. Era sus manos y sus pies,<br />
era la extensión natural <strong>de</strong> un gran personaje, que se<br />
había ganado el respeto <strong>de</strong> todos, aunque tuviera<br />
<strong>de</strong>cisiones más que cuestionables en <strong>de</strong>terminados<br />
asuntos.<br />
Pero la relación con este señor no había pasado<br />
<strong>de</strong> lo meramente profesional. Saludo cortés en la sala<br />
<strong>de</strong> audiencia, discusiones jurídicas sobre los asuntos<br />
en trámite y algún que otro encuentro en la antesala<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Su Señoría, antes <strong>de</strong> realizar una<br />
consulta o comentar alguna cuestión que precisaba<br />
<strong>de</strong> una urgente respuesta.<br />
La inquietud por tan extraña visita le acompañó<br />
hasta que escuchó en la lejanía la campana que<br />
anunciaba la hora <strong>de</strong> llegada <strong>de</strong>l tren. Pasado un<br />
buen rato, un coche se <strong>de</strong>tuvo frente a la casa y<br />
<strong>de</strong> él bajó el asistente. Vestía un traje <strong>de</strong> verano<br />
blanco, con una camisa en color hueso y una ajada<br />
corbata negra que acentuaba su severidad. Se<br />
dirigió a la casa y tras anunciar su nombre pasó a<br />
la biblioteca <strong>de</strong> la planta baja. La habitación, que<br />
hacía las veces <strong>de</strong> sala <strong>de</strong> estar, biblioteca y lugar<br />
<strong>de</strong> atención a las visitas era una luminosa estancia<br />
tras cuyos ventanales la Selva Negra lucía en todo<br />
su esplendor.<br />
Karl no se hizo esperar y saludó al recién<br />
llegado con un apretón <strong>de</strong> manos, que <strong>de</strong>tuvo en<br />
su intensidad al comprobar la escasa fuerza <strong>de</strong>l<br />
personaje en cuestión.<br />
- Bienvenido Her Hrubresh, no le negaré que me<br />
asombra su visita, lo que no me impi<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle que<br />
espero se sienta como en su casa.<br />
- Muy amable, Her Ruber, pero si la cuestión que<br />
me trae no fuera lo suficientemente grave, no le<br />
habría importunado, y más en sus días <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso.<br />
- Usted dirá, pero en breves días vuelvo a Berlín y<br />
podríamos haber tratado la cuestión allí.<br />
- Es que es <strong>de</strong> suma urgencia. ¿No conoce las<br />
últimas noticias? Como sabrá se han producido<br />
masivas <strong>de</strong>tenciones en los últimos meses…<br />
- Sí, lo sé, dijo Karl, y la verdad que se ha <strong>de</strong>satado<br />
una verda<strong>de</strong>ra caza <strong>de</strong> brujas. Ahora la gente<br />
trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar su <strong>de</strong>sapego al régimen y la<br />
mejor forma <strong>de</strong> congraciarse con el vencedor es la<br />
<strong>de</strong>nuncia y la colaboración. No les culpo, la mala<br />
conciencia hay que lavarla <strong>de</strong> una forma u otra.<br />
- Ya, espetó el secretario. Pero es que hace<br />
dos semanas entraron soldados en el Juzgado y<br />
<strong>de</strong>tuvieron a Su Señoría...<br />
- Karl alzó las cejas asombrado y observó una<br />
gran <strong>de</strong>sazón en el rostro <strong>de</strong> su interlocutor, el cual<br />
cruzaba sus temblorosas manos sobre las rodillas.<br />
- Llegaron soldados soviéticos y se lo llevaron. Está<br />
en un centro <strong>de</strong> internamiento en Potsdam. Pero lo<br />
peor no es eso…<br />
- Hable, Ernst, diga.<br />
- Sabrá usted que se ha constituido por parte<br />
<strong>de</strong> las potencias vencedoras un tribunal penal para<br />
enjuiciar lo que <strong>de</strong>nominan “crímenes <strong>de</strong> guerra”<br />
o “crímenes contra la humanidad”. Se están<br />
celebrando ahora en Nuremberg.<br />
- Lo sé Ernst. ¿No le parece paradójico? La<br />
“ciudad escaparate” <strong>de</strong>l nacional socialismo va a<br />
servir <strong>de</strong> escenario para enjuiciar a sus cabecillas<br />
y usted sabe <strong>de</strong> más lo que pienso <strong>de</strong> todo lo que<br />
ha pasado, que no me extraña y que alguien ha <strong>de</strong><br />
pagar la factura <strong>de</strong> este <strong>de</strong>spropósito. Pero ¿qué<br />
tiene que ver Su Señoría con esto? Él no era cabecilla<br />
político ni siquiera perteneció al partido.<br />
- Sí pero se han constituido diversos tribunales.<br />
Cuando finalice el procedimiento iniciado contra los<br />
jerarcas nazis, se van a enjuiciar a todos los niveles:<br />
políticos, técnicos, funcionarios, médicos y… jurídicos.<br />
Se les acusa <strong>de</strong> aplicar leyes injustamente aprobadas<br />
por los nazis y <strong>de</strong> servir <strong>de</strong> apoyo al aparato represor<br />
nacional socialista.<br />
Karl entrecruzó sus brazos. Le pareció <strong>de</strong>scortés<br />
<strong>de</strong>cirle a su invitado que eso que le contaba<br />
se veía venir. En ese instante recordó no pocas<br />
conversaciones habidas con Su Señoría en presencia<br />
<strong>de</strong>l Secretario, sobre la aplicación a ultranza por los<br />
jueces <strong>de</strong> la normativa nazi. Cuando el Reichstag<br />
aprobó (con la ausencia <strong>de</strong> diputados hostiles que<br />
fueron secuestrados y <strong>de</strong>portados a campos <strong>de</strong><br />
concentración) una ley habilitante conocida como<br />
“Ley para la Protección <strong>de</strong>l Pueblo y el Estado”,<br />
se marcó el verda<strong>de</strong>ro momento en el que los<br />
nazis se hicieron con el control político. Dicha ley<br />
Enero - Marzo 2010