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Tú y tu Casa y tu Casa - Paul-Timothy

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Dimas estaba escribiendo cuando llegó Marcos, que contó<br />

con tristeza:<br />

—Las cosas no van bien en Jocal. Un predicador vino y<br />

anda visitando a los hermanos. Dice que nuestra doctrina es<br />

mala. El tiene una lista de cosas que tenemos que hacer si<br />

somos cristianos verdaderos. No cree que seamos salvos.<br />

—¿Ha convencido a alguien?<br />

—Varios. Hasta Mateo.<br />

—¡Ay, no!<br />

—Dividió la iglesia. Ahora Mateo está orgulloso porque<br />

sigue esa lista de reglas. Dice que los demás no tenemos el<br />

Espíri<strong>tu</strong>.<br />

—¿Por qué no van a las aldeas donde no hay iglesias, para<br />

evangelizar?<br />

—Les gusta más robar ovejas ajenas. Pero vine para<br />

prevenirte. Van a venir aquí también. Dicen que van a<br />

pastorear todas las iglesias donde faltan pastores preparados.<br />

—Ezequiel me enseñó que los lobos llegarían. Ojalá que no<br />

vayan a todas las nuevas iglesias. Hay siete ahora. Y pronto<br />

habrá más.<br />

—Hermano ¿puedes ir conmigo para platicar con Mateo y<br />

los otros descarriados?<br />

Dimas pasó unos días en Jocal. Mateo se reconcilió pero no<br />

volvió a servir más como pastor. Otros volvieron al mundo.<br />

Cuando Dimas regresó a casa encontró a Carmen llorando<br />

amargamente. Tenía el vestido roto y el pelo alborotado. La<br />

mesa estaba volcada. Le salía sangre de unos golpes en la cara.<br />

—¿Qué pasó?<br />

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mirada agria:<br />

—Por supuesto. . .<br />

Don Miguel seguía mirando su reloj. Dimas pensaba: "¿Por<br />

qué el norteamericano está tan aficionado al reloj? Parece encadenado<br />

a su horario."<br />

Luis dejó de tararear el himno.<br />

—Hermanito, permítame un consejito. Yo sugiero que lo<br />

piensen bien. Las cosas hechas a la carrera nunca salen bien.<br />

Oren primero. Sí, oren. Entonces, si todavía siente que Dios lo<br />

está llamando, puede inscribirse en el Seminario Teológico.<br />

Don Miguel tomó el mismo hilo.<br />

—¡Sí! Lea este catalogo del Seminario. Explica el curso de<br />

tres años. Mire las materias ofrecidas: Hamartología,<br />

Soteriología, Escatología, Hermenéutica, Homilética, y<br />

Psicología. Llévelo. ¡Todo lo que le falta!<br />

—Una cosa mas, añadió Luis, debe orar mucho acerca de<br />

estas cosas antes, para adivinar la. . .<br />

—Yo he orado, Luis—le interrumpió Dimas—. La decisión<br />

está hecha. Me voy a El Olvidado.<br />

Al caminar hacia el carro Dimas rompió el catalogo en dos.<br />

¡Nunca lo admitirían en el Seminario! Sólo había llegado hasta<br />

el segundo grado de la primaria. Carmen lo regañó:<br />

—¡Dimas! ¡No lo botes aquí! ¡Dámelo!<br />

Se encontraron otra vez en el carro.<br />

—No te desanimes tanto, Dimas—dijo Carmen al fin. Pero<br />

lloraba.<br />

—Voy a la librería para hablar con el hermano Ezequiel—<br />

dijo Dimas—. El siempre me da consejos sabios.<br />

19

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