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mi deber. Si te quedas, tú eres el perjudicado.<br />
Cada día Dimas se sentía más enfermo. Una mañana se<br />
quedó en casa mientras los otros hombres salieron para la<br />
montaña a descombrarla. Elena, la compañera de Roberto, le<br />
preguntó:<br />
—¿Cuándo vas a regresar a Dos Rocas?<br />
—No sé. ¿Cuándo regresan Roberto y tú? ¿No estaba él<br />
ganando buen dinero?<br />
—Eso sí. Pero perdió su trabajo en "El Pecado" porque se<br />
peleó con Cálix. Casi se matan. El dueño maldijo a Roberto<br />
porque corrió los clientes. Roberto también maldijo al dueño y<br />
ese viejo lo despachó. Roberto siempre hace líos. Nunca cuida<br />
su empleo. Sólo pelea. Es mentiroso. Siempre me engaña.<br />
—No, Elena, yo no lo creo.<br />
—Bueno, él no te ha hecho nada a ti. Pero él siempre me<br />
paga mal.<br />
Dimas trató de dormir. Pero Elena siguió criticando a<br />
Roberto. Ella dio vuelta a un santito, colocándolo boca abajo<br />
en una esquina. Le rezó:<br />
—No te volveré a dar vuelta hasta que Roberto deje a<br />
aquella mujer. Esa perra. Esa bruja. ¡Mata a esa mujer!<br />
Dimas se cubrió la cabeza con la sábana. No quiso escuchar<br />
más tales atrocidades.<br />
Ella mandó a los niños:<br />
—Vayan al río. Ahí está lavando su abuelita, Ana.<br />
Todos salieron, dejándola a solas con Dimas. Ella se sentó<br />
en la cama junto a él. Acarició su frente con la mano.<br />
—Pobrecito. ¿Todavía tienes calen<strong>tu</strong>ra?<br />
102<br />
Tres hombres se hincaron. Marcos empezó:<br />
—Muy buenas noches, Padre Eterno. . .<br />
Repitieron:<br />
—Muy buenas noches, Padre Eterno.<br />
Mateo siguió:<br />
—Perdónanos por embriagarnos . . .<br />
Repitieron:<br />
—Perdónanos por embriagamos.<br />
—y por mujerear . . .<br />
—y por mujerear.<br />
—y por pelear. . .<br />
—y por pelear.<br />
Marcos continuó:<br />
—y por perder nuestro dinero apostando...<br />
—y por perder nuestro dinero apostando.<br />
—y descuidar a nuestra familia...<br />
—y descuidar a nuestra familia.<br />
—En el nombre de Jesucristo el Salvador. Amen. . .<br />
—En el nombre de Jesucristo el Salvador. Amén.<br />
Moncho se levantó y dijo:<br />
—Ya puedo sentir la presencia de Cristo.<br />
Se abrazaron y Mateo les felicitó:<br />
—Ahora son hermanos en Cristo. Todos somos hermanos.<br />
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