12.05.2013 Views

Tú y tu Casa y tu Casa - Paul-Timothy

Tú y tu Casa y tu Casa - Paul-Timothy

Tú y tu Casa y tu Casa - Paul-Timothy

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Marcos añadió:<br />

—Y se le salieron todas las tripas. Hechos uno, dieciocho.<br />

Mateo siguió:<br />

—Y cayó hasta el infierno. Ustedes que no se han<br />

arrepentido caerán en el infierno también. Oye, Moncho. Y tú,<br />

Memo. Y Lucita. La Santa Biblia les advierte.<br />

Dimas echó una mirada al misionero. Había dejado de mirar<br />

su reloj. Estaba contento. Escuchaba con atención igual que los<br />

niños sentados a sus pies. La señorita a la que llamaron Lucita<br />

estaba mordiéndose las uñas, preocupada.<br />

Un hombre descalzo que afilaba su machete dijo:<br />

—Pero yo voy a seguir a Cristo. Con toda mi familia.<br />

Mateo le ordenó:<br />

—Entonces, Moncho, ¡dame esto!—le sacó una botella que<br />

Moncho tenía escondida en su pantalón.<br />

—¡No!—gritó Moncho—¡Esa no!—saltó, pero Mateo tiró la<br />

botella por la ventana. Moncho parecía como un tigre que<br />

estaba por saltar. Lucita, temblando, tomó el brazo de Dimas.<br />

Pero Moncho se sentó y preguntó:<br />

—¿Ahora puedo ir al cielo?<br />

—Todavía no. Tienes que orar confesando <strong>tu</strong>s pecados.<br />

—¿Orar? ¿Cómo?<br />

—Es como rezar—explicó Mateo—pero no repetimos las<br />

mismas palabras muchas veces, como si Dios fuera sordo.<br />

Hablamos de corazón directamente con El. Ahora... ¡Todos<br />

ustedes los perdidos! ¡Arrodíllense! ¡Repitan las palabras<br />

después que nosotros!<br />

78<br />

—Estoy bien, gracias.<br />

Ella siguió acariciándolo.<br />

—Yo puedo aliviarte, si quieres.<br />

—No, Elena, estoy bien. Por favor, no.<br />

—El se dio vuelta, dándole la espalda.<br />

Ella lo pateó en la rabadilla.<br />

—¡San<strong>tu</strong>rrón desgraciado! ¡Maldito tú y <strong>tu</strong> mujer! ¡Maldito<br />

Roberto y toda su familia!—Entonces se puso a llorar.<br />

Aquella noche Dimas apenas pudo predicar. Casi nadie<br />

asistió; él se desanimó. Además, Ar<strong>tu</strong>ro llegó borracho con un<br />

amigo. Dimas regañó a su suegro:<br />

—Usted gasta todo su dinero en bebidas. No cuida su<br />

familia. Es una desgracia. Y tú también, amigo, ¿por qué<br />

dejaste de asistir a los cultos?<br />

Este le informó:<br />

—Aquella noche mientras yo estaba en el culto me robaron<br />

un pollo. Ya sólo quedan tres. Pero de mi parte acepto todo lo<br />

que Dios dice. Me gusta la religión.<br />

—A mí también—dijo su suegro—. Yo acepto. Es muy<br />

sana la religión evangelista.<br />

Dimas se dio cuenta de que estaban muy ebrios. No valía la<br />

pena discutir. Se acostó agotado por un gran cansancio.<br />

Aquella noche despertó con una fiebre ardiente. Oyó a<br />

Roberto murmurando con Elena:<br />

—Aquel <strong>tu</strong> evangelista finge su enfermedad. Sólo quiere<br />

estar en casa contigo. ¿Te gusta su. . .?<br />

Ella le interrumpió:<br />

103

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!