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Tú y tu Casa y tu Casa - Paul-Timothy

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—Sabes que aquel sencillote no me ha tocado. ¿Pero tú me<br />

acusas a mí? ¡Siempre estas con esa mujer de la calle!<br />

—Elena, tú eres mi vida. No tengo otra.<br />

—¡Mentiroso!—Ella empezó a insultar a Roberto con<br />

palabras fuertes. Dimas oyó unas bofetadas. Luego guardaron<br />

silencio. Sólo oyó los sollozos de Elena. Roberto susurro:<br />

—Te digo algo más. Tu querido predicador no estará<br />

mucho tiempo en la aldea. Yo sé por que lo digo.<br />

Dimas oró en silencio:<br />

—¡O, Dios, ayúdame a convencerlos para Cristo!<br />

Al día siguiente Dimas decidió: “Voy a convencerlos, pase<br />

lo que pase". Predicó tan fuerte que lo oyeron hasta las demás<br />

casas. Pero le dio un mareo; la cabeza le daba vueltas. Sintió un<br />

104<br />

Mateo y Marcos enviaron a sus hijos a avisar a la gente.<br />

Dimas los miraba. Había olvidado que la gente del campo es<br />

tan delgada. Después de varios años en Tegucigalpa le chocó<br />

recordar la pobreza en que él se había criado. Pensó, "Mi gente.<br />

. . es la gente olvidada del mundo".<br />

Aquella noche llegaron más de veinte hombres a la capilla.<br />

Algunos traían sus diezmos para la semana: huevos, frijoles y<br />

monedas.<br />

—Es para los hermanos necesitados—explicó Marcos.<br />

—Sí, añadió Mateo—lo repartiremos como la Santa Biblia<br />

lo manda.<br />

Los niños y las mujeres llenaron las bancas. Los varones se<br />

quedaron parados. No cabían en la capilla. Algunos miraban<br />

por las ventanas y la puerta. Marcos hizo sonar una guitarra<br />

vieja y todos cantaron. Entonces el misionero, don Miguel,<br />

predicó. Dimas se fijó en el púlpito. También tenía escrita<br />

encima la palabra "DINAMITA". La habían copiado de la<br />

capilla de Dos Rocas.<br />

Don Miguel predicó muy largo. Pero la gente no quiso dar<br />

por terminado el culto. Pidieron a Luis que predicara también.<br />

Lo hizo. Pero Dimas se dio cuenta de que nadie había<br />

entendido su comentario sobre el libro del Apocalipsis.<br />

Después Mateo confesó:<br />

—No podemos predicar. Sólo servimos la Cena del Señor.<br />

Y damos una humilde plática de la Biblia.<br />

Don Miguel miraba su reloj. Marcos tomó la Biblia y los<br />

dos hermanos empezaron a relatar una historia. Contaron la de<br />

Judas. Mateo concluía:<br />

—Y se ahorcó. . . y el lazo se rompió y cayó Judas.<br />

¡Muerto!<br />

77

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