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Capí<strong>tu</strong>lo 2<br />
A DOS ROCAS<br />
Dimas miraba a los dos muleros descalzos. Alzaban la<br />
vista, oyendo.<br />
—¡Es una avioneta!—gritó Marcos.<br />
—Está zumbando por encima del campo—dijo su hermano<br />
Mateo—para espantar el ganado.<br />
Con los brazos como alas, Mateo hizo el vuelo de la<br />
avioneta. Gritó con gran, voz imitando el motor. Su pobre<br />
bestia salió atarantada. Iba jalando la carreta de adobes.<br />
—¡Cállate!—grito Marcos a su hermano. —¡estás<br />
espantando la mula!<br />
—¡Párrate!—gritaron a la bestia—¡Se están cayendo los<br />
adobes!<br />
Dimas corrió para agarrar la mula. Ella lo arrastró por la<br />
calle media cuadra. Matea se rió hasta descostillarse.<br />
—¡Seis adobes quebrados!—se quejó Dimas—¿Cómo<br />
vamos a construir la capilla así?<br />
36<br />
—Papá, estás enojado. Dejaré de enseñar en <strong>tu</strong> casa si. . .<br />
—Nadie me hace caso en mi propia casa. ¡Nadie!<br />
Dimas no discutió más. Empezó a poner sus cosas en la<br />
alforja. Pudo oír al cura afuera:<br />
—¡Viva la Madre santísima de Dios!<br />
— ¡Viva! —respondieron los niños como eco.<br />
—¡Viva la Virgen de Suyapa!<br />
—¡Viva!—gritó el grupo. Los niños siguieron gritando:<br />
—¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!<br />
Pablo se quedó mirando al cura con su sotana tratando de<br />
callar a los niños. Se echó a reír. Se sentó y se rió más. Sacó un<br />
pedazo de tabaco. Lo mordió y se echó a reír de nuevo. Tiró un<br />
pan a Lamelatas y empezó a hablar:<br />
—De veras, Dimas, me gusta <strong>tu</strong> modo. Te veo bien serio.<br />
Has cambiado bastante. Dime una cosa. ¿Es cierto que Cristo te<br />
acompaña? Explícamelo.<br />
—Dimas se dio cuenta de que su papá iba a recibir a<br />
Jesucristo. Animado por esta unción del Espíri<strong>tu</strong>, empezó a<br />
explicar la salvación.<br />
No llegaron muchos para el es<strong>tu</strong>dio bíblico esa noche. El<br />
cura todavía estaba y le tenían miedo. Solamente llegaron dos<br />
de los más sinceros. Pero por eso gozaron de una comunión<br />
más preciosa.<br />
Pablo y los dos hombres oraron confesando sus pecados a<br />
Dios.<br />
Dimas les explicó:<br />
—Ahora ustedes pueden levantar su propia iglesia.<br />
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