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El malduque de la Luna

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había puesto mi madre el par<strong>de</strong>ssus o abrigo, <strong>la</strong> cache-nez<br />

o bufanda y <strong>la</strong> casquette o gorrita <strong>de</strong> pelito gris, y cuál fue<br />

al poco mi sorpresa que subió él también al autobús:<br />

Buenos días, y feliz año, saludó a Pepe el conductor<br />

bonachón;<br />

¡Ah! ¿Es usted el nuevo profesor?, respondió él, y así<br />

me enteré <strong>de</strong> <strong>la</strong> noticia que tan celosamente me habían<br />

guardado, que el trabajo <strong>de</strong> TioPedro <strong>de</strong>l que había oído<br />

hab<strong>la</strong>r era ¡ser profe <strong>de</strong>l colegio!, y <strong>de</strong> su mano fui todo el<br />

camino, por primera vez y última, <strong>de</strong> todas formas: Pierre,<br />

mañana, te sientas ya con tus compañeros, como si yo no<br />

existiese, me pidió, y volví a esperar a Herrezuelo, que se<br />

montaba cerca <strong>de</strong> Atocha, y los dos a <strong>la</strong>s hermanas que recogíamos<br />

en una p<strong>la</strong>za muy nueva <strong>de</strong> casas muy nuevas:<br />

me gustaba mucho <strong>la</strong> mayor, <strong>El</strong>ena, por su voz, una voz<br />

ronca con <strong>de</strong>je cantarín que me ponía <strong>de</strong> punta los pelos<br />

<strong>de</strong> los brazos, como me había pasado a veces con Vidal<br />

cuando giraba temerario con su carromato <strong>la</strong> esquina frente<br />

al Barrio, al que rec<strong>la</strong>maba con insistencia que me llevasen<br />

y al que por fin me llevaron el primer domingo tras <strong>la</strong>s<br />

vacaciones, aunque todo fue ya distinto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> misma<br />

ida, en taxi, y no andando: Pierre, yo tengo que trabajar,<br />

así que me voy con mi cua<strong>de</strong>rno a un café y luego paso a<br />

recogerte. Estate en <strong>la</strong> puerta a <strong>la</strong>s ocho en punto, me pidió<br />

TioPedro con esa frialdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> que siempre supo recubrir<br />

aquello sobre lo que no quería dar explicaciones.<br />

Fue atorrante el primer rato <strong>de</strong> mi vuelta, los vecinos y<br />

vecinas en cascada insistente: cómo estaba mi padre, dón<strong>de</strong><br />

estaba mi madre, cómo estaba mi padre, quién me había<br />

llevado, cómo estaba mi padre, si había vuelto mi tío,<br />

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