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El malduque de la Luna

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¡Que no! A<strong>de</strong>más, cál<strong>la</strong>te, no vayamos a <strong>de</strong>spertar al<br />

niño, y déjame dormir, que estoy muy cansada y mañana<br />

nos espera un día <strong>de</strong> aúpa, entró <strong>la</strong> mujer, cerró <strong>la</strong> puerta,<br />

se quedó unos instantes apoyada sobre el<strong>la</strong> y finalmente se<br />

acostó <strong>de</strong>jándome confuso primero, preocupado <strong>de</strong>spués<br />

y tenso por <strong>la</strong> mañana: ¿me volvía a Madrid o me quedaba?,<br />

me preguntaron ambos por separado, y no supe qué<br />

respon<strong>de</strong>rle a TioPedro, pero tampoco un rato <strong>de</strong>spués expresarle<br />

a mi madre lo que realmente <strong>de</strong>seaba, quedarme,<br />

y con esta cuarta y no casual, aunque forzada, fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong><br />

mi vida a <strong>la</strong> que me movió un sentimiento más <strong>de</strong> pena<br />

que <strong>de</strong> solidaridad, mi madre, volví pesaroso a Madrid, y a<br />

una casa tan vacía que hasta a el<strong>la</strong> le costó asimi<strong>la</strong>r: Hoy<br />

comemos en Jauja, ¿eh?, que <strong>la</strong> terracita está siempre muy<br />

animada, me dijo apenas entrados para intentar animarme,<br />

un pliegue <strong>de</strong> <strong>la</strong> boca y una expresión en los ojos que<br />

nunca he vuelto a ver ni en el<strong>la</strong> ni en nadie, el segundo <strong>de</strong><br />

esos rostros que siempre quise pintar, el <strong>de</strong> un dolor, profundo<br />

hasta representarse sereno, que profundos motivos<br />

habría <strong>de</strong> tener, me temí, y acerté: <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong> mi tío mediado<br />

agosto rellenó un indudable vacío, pero se insta<strong>la</strong>ron<br />

en casa <strong>de</strong>masiados silencios y <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong>l todo<br />

aquel aire <strong>de</strong> provocación y broma que él siempre había<br />

aportado y ante el que el<strong>la</strong> se <strong>de</strong>splegaba en risas, sonrisas<br />

y falsas indignaciones, una forma <strong>de</strong> re<strong>la</strong>cionarse que si<br />

andaba yo <strong>de</strong> por medio solía acabar elevándose al rango<br />

<strong>de</strong> teatro, pero hasta conmigo cambiaron el tono: más cálido<br />

que antes el <strong>de</strong> mi madre; más frío el <strong>de</strong> TioPedro,<br />

una nueva atmósfera que fui a duras penas asimi<strong>la</strong>ndo y<br />

que, cerca ya <strong>de</strong> navida<strong>de</strong>s, volvió a ser mutismo absoluto<br />

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