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El malduque de la Luna

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e, apenas empezada <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se, vi entrar al profesor <strong>Luna</strong><br />

no esa vez con <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> profesor <strong>Luna</strong>, sino <strong>de</strong> TioPedro,<br />

y se me disparó ese sexto sentido que me ha acompañado<br />

siempre en todo lo importante y con el que tanto he paliado<br />

mi incapacidad casi absoluta <strong>de</strong> reflexión: había vuelto<br />

mi padre, me dije, y con el corazón en un puño llegué hasta<br />

su hermano: Recoge, Pierre, que sale esta tar<strong>de</strong> y nos vamos<br />

ahora mismo por él. Olivares ya está <strong>de</strong> camino, oí<br />

con una extraña sensación <strong>de</strong> paz que me aflojó todo el<br />

cuerpo.<br />

Fue TioPedro distendido y feliz todo el viaje, justo al<br />

revés que mi madre, agarrotada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo colegio y,<br />

ya en carretera, aterrada por el zigzag <strong>de</strong> Jacinto en sus<br />

a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntamientos, primero en <strong>la</strong>s rectas que siempre tenían<br />

un campanario por horizonte y, a <strong>la</strong>do y <strong>la</strong>do, molinos <strong>de</strong><br />

viento que nos miraban tranquilos en su trabajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

colinas redondas; luego en <strong>la</strong> subida a <strong>la</strong> sierra <strong>de</strong> cortadas<br />

profundas y nombre que me gustó, Despeñaperros; más<br />

tar<strong>de</strong> en <strong>la</strong> bajada vertiginosa hacia una tierra que parecía<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba no tener límites: ¡Andalucía!, exc<strong>la</strong>mó TioPedro<br />

eufórico, y Zamora tocó con alegría el c<strong>la</strong>xon y alegres<br />

siguieron los dos <strong>la</strong> marcha a su animada char<strong>la</strong>, aunque a<br />

mí, sin embargo, fue una confusa me<strong>la</strong>ncolía <strong>la</strong> que me<br />

inspiraron los campos <strong>de</strong> Jaén, porque aquel<strong>la</strong> primera vez<br />

que veía su redon<strong>de</strong>z <strong>de</strong> esferas doradas que olivos y olivos<br />

cuadricu<strong>la</strong>ban en ver<strong>de</strong> me pesaba aún más que su belleza<br />

el gesto apenado <strong>de</strong> mi madre, triste me pareció en el léxico<br />

y por lo tanto en los conceptos que yo entonces poseía,<br />

pero poseía yo ya también un más que aceptable uso <strong>de</strong><br />

memoria y supe almacenarlo en mi retina para en el futuro<br />

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