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vez más asediado por un frontal <strong>de</strong> ruinas, pero volvió a<br />
asaltarme, traidor y repentino, el miedo y aquel<strong>la</strong> primera<br />
vez no lo vi, lo miré aunque lo que veía era <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong>l<br />
padre <strong>de</strong> Manuel muerto en <strong>la</strong> vía, <strong>de</strong>spedazado por un<br />
tren como el que nos llevaba a nosotros camino <strong>de</strong> mi padre<br />
encarce<strong>la</strong>do, y <strong>la</strong> angustia volvió a dominarme.<br />
Me <strong>de</strong>spertaron al tiempo <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> mi madre, el golpe<br />
seco <strong>de</strong> <strong>la</strong> cortina que se levantaba como un resorte y un<br />
impacto <strong>de</strong> luz tan molesto que tuve que cerrar los ojos,<br />
pero cuando pu<strong>de</strong> por fin abrirlos me quedé por un rato<br />
contemp<strong>la</strong>ndo unas montañas que parecían <strong>de</strong> cartón:<br />
Mira, así tiene que ser África, rompió TioPedro el silencio<br />
en el que nos habíamos quedado, y me estimuló una vez<br />
más <strong>la</strong> fantasía, ante el paisaje primero y en aquel<strong>la</strong> estación<br />
que parecía <strong>de</strong> tren eléctrico <strong>de</strong>spués, en medio <strong>de</strong> un<br />
olor extraño que no i<strong>de</strong>ntificaba yo como <strong>de</strong> puerto <strong>de</strong><br />
mar, <strong>de</strong> una c<strong>la</strong>ridad a <strong>la</strong> que a duras penas resistía, <strong>de</strong> un<br />
polvo que se mascaba, <strong>de</strong> un ambiente que sonaba apagado<br />
y redondo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> sensación <strong>de</strong> que alguna mano húmeda<br />
y <strong>de</strong>sconocida como <strong>la</strong> <strong>de</strong>l miedo me estuviese cubriendo<br />
el cuerpo con una pelícu<strong>la</strong> que era simplemente mi sudor,<br />
así tenía que ser África, y tal vez como aquel<strong>la</strong> p<strong>la</strong>za tan<br />
abierta y sin casas que se me hacía antigua porque sacados<br />
<strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> historia me parecían los coches <strong>de</strong> caballos:<br />
Vamos, cogió TioPedro <strong>la</strong>s dos maletas que había posado<br />
en el suelo para <strong>de</strong>scansar los brazos, y supe exactamente<br />
adón<strong>de</strong> echaba, hacia uno <strong>de</strong> ellos, su caballo inexpresivo<br />
que espantaba <strong>la</strong>s moscas con el rabo, su cochero sin pa<strong>la</strong>bras,<br />
su tintineo <strong>de</strong> cascabeles que parecían agitarse solos,<br />
miraba y remiraba yo: Al hotel Andalucía, pero vamos por<br />
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