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tro y media, y TioPedro me miró: Tienes que venir conmigo,<br />
Pierre, y junto al señor Paco el tabernero acompañamos<br />
los dos en triste cortejo al pobre Antonio Rodríguez<br />
Manzanares a uno <strong>de</strong> los pequeños cementerios sobre ese<br />
río que llevaba su nombre y sobre <strong>la</strong> ciudad envuelta en un<br />
tranquilo silencio que nos contagió a <strong>la</strong> vuelta hasta <strong>la</strong> misma<br />
taberna <strong>de</strong> Áncora ese día cerrada por entierro, según<br />
rezaba el cartel escrito a lápiz gordo <strong>de</strong> carpintero, los tres<br />
a <strong>la</strong> mesa <strong>de</strong>l fondo, que era <strong>la</strong> menos fría, y en medio <strong>de</strong><br />
un olor agrio a vino concentrado que parecía trepanar con<br />
dos punzones el cerebro:<br />
Mi sobrino no conoce lo que le pasó a Manzanares y<br />
<strong>de</strong>bería saberlo, ¿no cree usted, Paco?;<br />
Sí, tardó en respon<strong>de</strong>r el tabernero, y el eco <strong>de</strong>l local<br />
vacío a<strong>la</strong>rgó su afirmación primero y enseguida el chasquido<br />
sobre el ve<strong>la</strong>dor <strong>de</strong>l vaso que apuró mi tío <strong>de</strong> un trago,<br />
tal vez para darse fuerzas: a principios <strong>de</strong> los Cuarenta,<br />
cuando esa banda <strong>de</strong> cabrones estaba en todo lo suyo, cuando<br />
eran unas auténticas fieras, <strong>de</strong>tuvieron al pobre Manzanares<br />
y, visto que por más que le pegaban no había manera<br />
<strong>de</strong> sacarle lo que querían, una noche lo asearon y lo<br />
subieron a un <strong>de</strong>spacho don<strong>de</strong> tenían sentados a los dos<br />
camaradas que habían caído en su misma redada y a una<br />
mujer, a una fu<strong>la</strong>na a <strong>la</strong> que tendrían por algún ca<strong>la</strong>bozo.<br />
Allí lo tuvieron un rato, en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación, y <strong>de</strong><br />
pronto el comisario le propuso un trato, que si le daba el<br />
nombre, sólo el nombre, <strong>de</strong> su jefecillo, <strong>de</strong> esa rata inmunda<br />
que le pasaba <strong>la</strong>s ór<strong>de</strong>nes que él a su vez le pasaba a los<br />
dos <strong>de</strong>sgraciaos que tenía <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> espectadores, eso <strong>de</strong>cía<br />
el hijo <strong>de</strong> puta, lo <strong>de</strong>jaba ir sin más, pero si no..., si no<br />
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