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mi reino se extendera

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Fielding le dio a su rostro una apariencia<br />

austera, su fa<strong>mi</strong>lia lo conoció como<br />

un padre y esposo gentil y amoroso,<br />

con un buen <strong>se</strong>ntido del humor. Ethel<br />

G. Reynolds, con quien el presidente<br />

S<strong>mi</strong>th <strong>se</strong> casó en 1908, y quien fue la<br />

madre de nueve de sus hijos, describe<br />

a su esposo de la manera siguiente:<br />

He pensado con frecuencia en lo<br />

que la gente dice cuando él <strong>se</strong> retira,<br />

"Es un hombre muy bueno, sincero,<br />

correcto, etc." hablan de él tal<br />

como el público lo conoce, sin embargo,<br />

el hombre que ellos tienen en<br />

mente es muy diference al hombre<br />

que yo conozco. Este es bondadoso,<br />

un esposo amoroso y un padre cuya<br />

mayor ambición en la vida es hacer<br />

feliz a su fa<strong>mi</strong>lia, olvidándo<strong>se</strong> completamente<br />

de sf <strong>mi</strong>smo en su esfuerzo<br />

por lograrlo. El es un hombre<br />

que arrulla al niño que tiene <strong>mi</strong>edo<br />

hasta que duerme, que cuenta historias<br />

de cuna a los niños, que nunca<br />

está demasiado cansado u ocupado<br />

para permanecer hasta altas horas<br />

de la noche o para levantar<strong>se</strong> muy<br />

temprano y ayudar a los hijos más<br />

grandes a resolver sus problemas de<br />

la escuela. Cuando viene una enfermedad<br />

el hombre que conozco atiende<br />

con ternura al afligido. El es el<br />

padre por quien ellos lloran, sintiendo<br />

que su pre<strong>se</strong>ncia ahuyenta todas<br />

sus preocupaciones. Son sus manos<br />

las que vendan las heridas, son sus<br />

brazos los que alientan al que sufre,<br />

su voz, la que amonesta con delicadeza<br />

cuando caen en el error, hasta<br />

que sienten felicidad haciendo aquellas<br />

cosas que le hacen a él feliz.<br />

El hombre que conozco es sumamente<br />

gentil y si siente que ha sido<br />

injusto con alguien, la distancia nunca<br />

es demasiada para ir con palabras<br />

amorosas o con hechos bondadosos<br />

a borrar la herida. Recibe<br />

con gusto a los jóvenes en su hogar,<br />

y nunca <strong>se</strong> siente más feliz que<br />

cuando habla con ellos sobre temas<br />

de actualidad, como deportes o todo<br />

aquello que más les interesa. Sabe<br />

gozar de un buen relato y fácilmente<br />

encuentra el lado humorístico de una<br />

situación, ya <strong>se</strong>a para reír por una<br />

broma o aceptar que <strong>se</strong> la hagan a<br />

él, siempre dispuesto a participar en<br />

una actividad sana.<br />

El hombre que conozco no es egoísta<br />

ni <strong>se</strong> le oye lamentar<strong>se</strong>, es considerado,<br />

precavido, bondadoso, ha­<br />

CAPITULO 18<br />

ciendo todo cuanto puede a fin de<br />

que la vida <strong>se</strong>a un gozo supremo<br />

para sus <strong>se</strong>res queridos. E<strong>se</strong> es el<br />

hombre que conozco. (Ethel G.<br />

Reynolds S<strong>mi</strong>th, <strong>se</strong>gún <strong>se</strong> cita en<br />

"Jo<strong>se</strong>ph Fielding S<strong>mi</strong>th", por Bryant<br />

S. Hinckley, Improvement Era, junio<br />

de 1932, pág. 459.)<br />

Un defensor de la verdad<br />

Después de cumplir una <strong>mi</strong>sión en<br />

Gran Bretaña de 1899 a 1901. Jo<strong>se</strong>ph<br />

Fielding S<strong>mi</strong>th trabajó como empleado<br />

en la oficina del historiador de la Iglesia,<br />

y en 1906 tomó el puesto de ayudante<br />

del historiador de la Iglesia.<br />

En 1910, a la edad de treinta y tres<br />

Élder Jo<strong>se</strong>ph Fielding S<strong>mi</strong>th como <strong>mi</strong>sionero<br />

en 1900<br />

años, recibió el llamado para llenar una<br />

vacante en el Con<strong>se</strong>jo de los Doce<br />

Apóstoles. Durante los <strong>se</strong><strong>se</strong>nta años<br />

siguientes, en su llama<strong>mi</strong>ento como<br />

apóstol, <strong>se</strong> convirtió en un franco defensor<br />

de la verdad, de la Iglesia y de<br />

la <strong>mi</strong>sión divina del profeta José S<strong>mi</strong>th.<br />

El amonestó y escribió en contra de las<br />

maldades a las cuales tanto los <strong>mi</strong>embros<br />

de la Iglesia como los que no lo<br />

son, parecen sucumbir fácilmente.<br />

El élder S<strong>mi</strong>th luchó con tenacidad en<br />

contra de las teorías científicas populares<br />

que negaban al hombre su origen<br />

divino. Los siguientes libros que escribió,<br />

tales como Doctrinas de Salvación;<br />

Es<strong>se</strong>ntials in Church History; Man, His<br />

Origin and Destiny; The Progress oj<br />

Man; Seek ye Earnestly; y The Way to<br />

Perfection, reflejan la amplitud de sus<br />

125<br />

bibliotecasud.blogspot.com<br />

intere<strong>se</strong>s. Algunos de los temas doctrinales<br />

sobre los que él escribió son:<br />

La creación, la caída del hombre, la<br />

expiación de Jesucristo, la <strong>se</strong>gunda<br />

venida de Jesucristo, y el juramento y<br />

convenio del sacerdocio. No aspiraba<br />

a <strong>se</strong>r un autor, sino que de<strong>se</strong>aba que no<br />

<strong>se</strong> mal entendiera la verdad ni que <strong>se</strong><br />

menospreciara, y que no <strong>se</strong> calumniara<br />

a los líderes nobles. Durante su vida<br />

publicó veinticinco volúmenes que contenían<br />

sus discursos, cartas y escritos.<br />

De sus numerosos escritos, los comentarios<br />

sobre el juramento y convenio del<br />

sacerdocio (véa<strong>se</strong> D. y C. 84:33-44), y<br />

sobre la caída de Adán y Eva, ejemplificaron<br />

la lógica y poder que caracterizaron<br />

las explicaciones doctrinales del<br />

presidente S<strong>mi</strong>th a los <strong>mi</strong>embros de<br />

la Iglesia.<br />

El juramento y convenio del<br />

Sacerdocio de Melqui<strong>se</strong>dec<br />

Al hacer un resumen de la doctrina del<br />

Juramento y Convenio del sacerdocio,<br />

el presidente S<strong>mi</strong>th <strong>se</strong>ñaló que el convenio<br />

es hecho por el hombre y el<br />

juramento por Dios, y que en el <strong>se</strong> encuentran<br />

las claves para la exaltación.<br />

No hay exaltación en el <strong>reino</strong> de<br />

Dios sin la plenitud del sacerdocio;<br />

y todo varón que recibe el Sacerdocio<br />

de Melqui<strong>se</strong>dec, lo hace con<br />

un juramento y un convenio por el<br />

cual <strong>se</strong>rá exaltado.<br />

Este convenio, por parte del hombre<br />

implica: el magnificar su llama<strong>mi</strong>ento<br />

en el sacerdocio, vivir por<br />

cada palabra que salga de la boca de<br />

Dios y guardar sus manda<strong>mi</strong>entos.<br />

(Véa<strong>se</strong> D. y C. 84:44.)<br />

El convenio por parte del Señor<br />

establece que si el hombre hace lo<br />

que ha prometido, entonces, le <strong>se</strong>rá<br />

dado todo lo que el Padre tiene;<br />

(véa<strong>se</strong> D. y C. 84:38) y esta es una<br />

promesa tan solemne e importante,<br />

que el Señor jura con juramento que<br />

así sucederá. (Conference Report,<br />

abril de 1970, págs. 58-59; o Improvement<br />

Era, junio de 1970, pág.<br />

66.)<br />

En la <strong>se</strong>cción 84 de Doctrinas y Convenios,<br />

el Señor dijo lo siguiente:<br />

"Porque los que son fieles hasta obtener<br />

estos dos sacerdocios de los<br />

que he hablado, y magnifican sus llama<strong>mi</strong>entos,<br />

son santificados por el<br />

Espíritu para la renovación de sus<br />

cuerpos. Llegan a <strong>se</strong>r los hijos de

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