mi reino se extendera

tos donde por la falta de agua no hay
criatura viviente. Allí, trabajando
casi sin esperanzas, hemos cavado
hondos pozos de agua que de ahora
en adelante gozarán futuros viajeros.
Nos hemos aventurado a entrar a
mesetas y altiplanicies sin caminos
marcados donde no había agua, y
sin la ayuda de algún gufa que las
hubiera atravesado antes. Con picos,
palas y hachas en mano nos hemos
abierto camino sobre montañas que
parecía que sólo la cabra salvaje
podía escalar. Nos hemos abierto
camino por una grieta de roca sólida,
más angosta que nuestras propias
carreteras. Para traer estas carretas
hasta el Pacífico, hemos mantenido
la fuerza de nuestras muías haciéndolas
pastar en grandes terrenos
abiertos donde ¡as habéis cuidado
laboriosamente para que no se perdiera
ninguna. La guarnición de cuatro
puestos militares de Sonora,
concentrados en Tucson, Arizona,
no nos detuvo. Los explusamos a
ellos y a su artillería, sin embargo en
núestro trato con la gente no cometimos
ni un solo acto de injusticia.
Así, marchando semi-desnudos,
hambrientos, y alimentándonos con
animales salvajes.hemos descubierto
y trazado un camino que será de
gran valor para nuestro país.
Llegasteis a la primera población
de California, y después de sólo un
día de descanso, os alejasteis de este
lugar de prometido reposo para entrar
en una campaña, y enfrentar,
como suponíais, al enemigo que se
acercaba. Y esto lo hicisteis sin tener
ni siquiera sal para sazonar la carne
fresca, que era lo único que teníais
para comer.
El teniente A. J. Smith y George
Stonemen de la Primera División de
tragones, han compartido y ofrecido
valiosa ayuda en todas estas
labores.
Así, voluntarios, habéis demostrado
las altas cualidades esenciales de los
veteranos. Pero aún queda mucho
por hacer. Pronto deberéis dedicaros
al entrenamiento, al sistema, al
orden, y a las reglas también, cosas
esenciales para un soldado. (Philip
St. George Cooke, The Conquest of
New México and California, pág.
197)
Una vez que llegaron a San Diego,
California, los miembros del batallón se
CAPITULO 5
diseminaron en dos zonas: algunos se
quedaron allí, otros quedaron estacionados
en Los Angeles, California.
Cuando terminaron sus períodos de
enrolamiento, se les pidió que se reenlistaran
por un año más, cosa que
algunos hicieron. Un grupo de ex-soldados
viajó directamente al Valle de
Salt Lake. mientras que otro grupo
buscó empleo y se quedó en California
por un año antes de ir a Salt Lake o
de volver a Winter Quarters, Nebraska.
Los miembros de este último grupo son
los que participaron en el descubrimiento
de oro en California.
Los pioneros
Mientras el batallón experimentaba estas
penurias al cruzar lo que hoy es el
sudoeste de Los Estados Unidos, los
santos en Winter Quarters comenzaban
a prepararse para hacer el viaje hacia
el Oeste, tan pronto llegara la primavera.
El 14 de enero de 1847, Brigham
Young recibió una revelación del Señor
concerniente al viaje de los santos
hacia el Oeste (véase Doc. y Con. 136).
En esta revelación el Señor requería
que los miembros obedecieran sus
mandamientos (véase el versículo 2).
Ordenaba también que las partidas
estuvieran organizadas con capitanes a
cargo de grupos de cien, cincuenta y
diez personas y que el viaje se hiciera
bajo la dirección de los Doce. El Señor
también mandó que los santos se pro­
veyeran de comida, ropas, provisiones,
yuntas de animales, carretas y otras necesidades
(véase el vers. 5). Y una vez
que estuvieran organizados el Señor
mandó que los "capitanes y presidentes"
decidieran cuantas personas saldrían
hacia el Oeste la primavera
siguiente (versículos 6-7). Cada compañía
compartiría la responsabilidad
de ayudar a los pobres, a las viudas, a
los huérfanos y a las familias de aquellos
que se habían enlistado en el ejército
(véase los vers. 8-9). El Señor
también dio a los santos reglas de
buena conducta; les mandó no temer
a sus enemigos, y les dijo que les mandaría
muchas pruebas (vers. 20-42).
Los pioneros siguieron las instrucciones
dadas en esta revelación; se organizaran
como debían, y comenzaron su
viaje el 16 de abril de 1847. El primer
convoy dirigido por el presidente
Young, compuesto de 143 hombres, 3
mujeres y 2 niños, viajó rápidamente,
llegó a su destino entre el 21 y el 24 de
julio de 1847 y fundó la primera población
en el valle. Las otras diez compañías
que llegaron en 1847 y las
restantes que llegaron en los años siguientes,
estaban formadas, casi en su
totalidad, por familias. Los santos venían
de a miles: jóvenes y viejos, enfermos
y sanos. Las mujeres caminaban
al lado de sus esposos y en algunas
ocasiones conducían los carros tirados
por las yuntas de animales. Los niños
Los pioneros cruzan el río Platte en Nebraska (pintura por C.C.A. Christensen, 1831-1912)
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