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mi reino se extendera

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Parte de! interior de la cárcel de Carthage<br />

(foto por Don O. Thorpe)<br />

mejor que pudieron. Mientras tanto,<br />

otros integrantes de la chusma rodeaban<br />

el edificio. Los que estaban en la<br />

escalera lograron abrir la puerta y disparar<br />

hacia adentro, <strong>mi</strong>entras que los<br />

que estaban afuera comenzaban a disparar<br />

a través de las ventanas. (Véa<strong>se</strong><br />

B. H. Roberts. A Comprehensive History<br />

of thé Church, 2:282-84.)<br />

John Taylor escribió lo que pasó después:<br />

Después de unos momentos de esquivar<br />

las balas que ahora parecían<br />

estar más cerca del cuarto y viendo<br />

que allí no había ni protección ni<br />

esperanza de escapar, ya que estábamos<br />

desarmados, <strong>se</strong> me ocurrió<br />

que quizás tuviéramos algunos a<strong>mi</strong>gos<br />

afuera, y que por e<strong>se</strong> lado tal<br />

vez podríamos escapar. Como esperaba<br />

que en cualquier momento entraran<br />

al cuarto, ya que hasta ahora<br />

no lo habían hecho por cobardía,<br />

ya sin ninguna esperanza <strong>mi</strong>entras<br />

el tumulto y la tensión aumentaban,<br />

di un salto hacia la ventana que estaba<br />

en frente a la puerta de la cárcel,<br />

donde estaba parada la chusma<br />

y también exponiéndome al fuego<br />

de los Carthage Greys, que estaban<br />

apostados a diez o doce varas de<br />

allí. Hacía mucho calor y todos nos<br />

habíamos quitado las chaquetas y<br />

habíamos levantado el vidrio de la<br />

ventana para que entrara un poco<br />

de aire. Cuando me acercaba a la<br />

ventana y estaba a punto de saltar<br />

hacia afuera, una bala que provenía<br />

de la puerta me hirió en la <strong>mi</strong>tad del<br />

muslo, <strong>se</strong> aplastó contra el hueso,<br />

quedando del tamaño de 2\í centímetro<br />

de diámetro y luego <strong>se</strong> alojó<br />

en el múspulo a 1 centímetro de la<br />

CAPITULO 7<br />

piel. Creo que me debe haber cortado<br />

o herido gravemente algún nervio<br />

importante porque ni bien la<br />

bala me pegó, como un pájaro herido<br />

o como un buey en el matadero<br />

perdí total e instantáneamente todo<br />

poder de movi<strong>mi</strong>ento o locomoción,<br />

y caí sobre el marco de la ventana<br />

exclamando con dolor: "¡Me han<br />

herido!" Sin poder moverme me<br />

<strong>se</strong>ntí caer hacia afuera de la ventana,<br />

pero por algún motivo desconocido<br />

en e<strong>se</strong> momento, caí hacia<br />

adentro. Cuando golpeé al piso parecí<br />

reanimarme, como he visto que<br />

les sucede a los pájaros y las ardillas<br />

cuando han sido heridos. Ni bien<br />

<strong>se</strong>ntí que podía moverme, fui arrastrándome<br />

hasta abajo de la cama,<br />

que estaba en un rincón de la habitación<br />

no lejos de la ventana donde me<br />

había herido. Cuando iba hacia la<br />

cama y cuando estaba debajo de<br />

ella recibí otras tres heridas: una de<br />

las balas penetró debajo de la rodilla<br />

izquierda y nunca me la pudieron<br />

extraer, otra me hirió en el antebrazo,<br />

arriba de la muñeca y pasando<br />

por la articulación, quedó estancada<br />

en la <strong>mi</strong>tad de la palma de la<br />

mano, arriba de la articulación del<br />

meñique, y la otra desgarró de <strong>mi</strong><br />

cadera izquierda, un pedazo de carne<br />

del tamaño de <strong>mi</strong> mano y salpicó<br />

contra la pared los despedazados<br />

trozos de carne y sangre.<br />

Mis heridas eran dolorosas y tenía<br />

la <strong>se</strong>nsación de que una bala me<br />

había atravesado a lo largo de la<br />

pierna. Recuerdo muy bien lo que<br />

pensé en e<strong>se</strong> momento. Tenía la<br />

idea aterradora de quedar lisiado e<br />

inutilizado y de inspirar lástima a los<br />

demás; y pensé que prefería morir<br />

antes de quedar en esa condición.<br />

Parece <strong>se</strong>r que inmediatamente<br />

después de saltar yo hacia la ventana,<br />

José S<strong>mi</strong>th hizo lo <strong>mi</strong>smo; esto<br />

no lo vi sino que me lo dijeron. Lo<br />

primero que noté fue que alguien<br />

gritaba que él había saltado por la<br />

ventana. A continuación hubo un<br />

ce<strong>se</strong> de fuego, la chusma corrió hacia<br />

abajo y el Dr. Richards <strong>se</strong> dirigió<br />

hacia la ventana. (History of the<br />

Church, 7:104-5.)<br />

Todo duró solo tres <strong>mi</strong>nutos. Te<strong>mi</strong>endo<br />

que volviera la chusma que había<br />

salido de la cárcel, el Dr. Richards llevó<br />

a John Taylor a una celda y lo cubrió<br />

48<br />

bibliotecasud.blogspot.com<br />

con ropa de cama para esconderlo.<br />

Pero antes de que el élder Richards pudiera<br />

salir a buscar ayuda, un grupo de<br />

a<strong>se</strong>sinos subió otra vez las escaleras.<br />

Entraron al cuarto pero sólo encontraron<br />

el cuerpo de Hyrum. Antes de<br />

que pudieran ir en busca de los élderes<br />

Richards y Taylor, los de afuera gritaron<br />

asustados: "¡Vienen los mormones!"<br />

Era una falsa alarma, pero el pánico<br />

que produjo, hizo que el populacho<br />

huyera instantáneamente, dejando a<br />

salvo a los dos élderes.<br />

El élder Richards mandó un mensaje a<br />

Nauvoo anunciando a los santos lo<br />

que había pasado. John Taylor le rogó<br />

al élder Richards que en esa carta no<br />

comentara cuan <strong>se</strong>rias eran sus heridas<br />

para que su fa<strong>mi</strong>lia no <strong>se</strong> preocupara.<br />

Con todo, sus heridas eran demasiado<br />

graves como para que pudie<strong>se</strong> acompañar<br />

al élder Richards a Nauvoo al<br />

día siguiente. Después de estar en Carthage<br />

recuperándo<strong>se</strong> algunos días, trasladaron<br />

al élder Taylor a Nauvoo, donde<br />

finalmente sanó de sus heridas. No<br />

fue sino hasta que regresó a su casa<br />

que <strong>se</strong> enteró del motivo por el cual<br />

no había caído hacia afuera de la ventana<br />

de la cárcel cuando le dispararon<br />

la primera vez.<br />

Se sorprendieron mucho al ver que<br />

una bala había pegado en <strong>mi</strong> reloj.<br />

Pedí <strong>mi</strong> chaleco, y al exa<strong>mi</strong>narlo,<br />

encontramos un corte como de cuchillo<br />

en el bolsillo del chaleco donde<br />

<strong>se</strong> encontraba antes <strong>mi</strong> reloj. En<br />

el bolsillo encontramos los fragmentos<br />

del vidrio hechos polvo. En-<br />

El reloj de John Taylor

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