mi reino se extendera

ellos, y finalmente, "hasta... que sean
investidos con poder de lo alto" (véase
D. y C. 105:10-11).
La responsabilidad de
establecer a Sión
Los Santos de los Últimos Días son los
pioneros que deben trabajar para preparar
el camino para Sión.
Hablamos y leemos en cuanto a
Sión, hacemos planes al respecto,
y en nuestra imaginación nos esforzamos
por agarrar algo que es de
una belleza celestial, y de una excelencia
y gloria trascendental. Pero,
al contemplar la futura grandeza de
Sión, ¿nos damos cuenta acaso de
que somos los pioneros de esa futura
grandeza y gloria? ¿Nos damos
cuenta de que si disfrutamos de Sión
por tiempo y eternidad, debemos
hacerlo por nosotros mismos? Todos
los que tienen una Sión en las
eternidades de los dioses, es porque
ellos mismos la organizaron, estructuraron,
consolidaron, y la perfeccionaron,
consecuentemente tienen
derecho a disfrutarla. (Brigham
Young, Journal of Discourses, 9:
282.)
Únicamente cuando los Santos estén
preparados mediante la rectitud personal,
el Señor les permitirá edificar el
lugar central de Sión.
Y hasta donde sé, ningún hombre
puede predecir el día o la hora, el
mes o el año cuando el pueblo de
Dios estará preparado para redimir
a Sión y edificar la estaca central.
El Señor no lo ha revelado, hasta
donde yo tengo conocimiento, mas
puedo deciros en cierta forma,
cuándo sucederá; no intentaré señalar
el dfa o el año, porque será en
el tiempo debido del Señor cuando
el pueblo de Dios esté preparado
para regresar, y no antes. Si es en
esta generación o en la próxima, no
importa; solamente será cuando la
gente se haya preparado a sf misma
para hacerlo, mediante su fidelidad
y obediencia a los mandamientos de
Dios. Os profetizo en el nombre del
Señor, que cuando los Santos de
los Últimos Días se hayan preparado
mediante la justicia para redimir a
Sión, lo podrán llevar a cabo, y Dios
estará con ellos. Entonces ningún
poder podrá evitar que realicen la
obra; porque el Señor ha dicho que
será hecho, y se realizará en su debi­
CAPITULO 22
do tiempo, cuando la gente esté
preparada para ello. ¿Pero cuándo
estaré preparado para ir allí? Nunca,
mientras haya en mi corazón más
amor por este mundo que por Dios;
nunca, mientras tenga egoísmo y codicia
que me induzcan a aterrarme
al mundo o a mis posesiones terrenales,
sacrificando los principios y
la verdad. Sino cuando esté listo para
decir: "Padre, es tuyo todo lo que
poseo, incluso mi persona; mi tiempo,
mi substancia, todo lo que poseo
está en el altar, para que sea usado
libremente de acuerdo con Tu santa
voluntad, y "no se haga mi voluntad
sino la tuya", quizás entonces estaré
preparado para ir y ayudar a redimir
a Sión. ("Discourse by President
Joseph F. Smith", Mülenial Star,
junio de 1894, págs. 385-86.)
Sión no vendrá sino hasta que los
santos se hayan purificado. Brigham
Young, así como otros profetas, amonestaron
a los santos a edificar las
cualidades de Sión en sus propias vidas:
"Sión está aquí, está en mi corazón.
La paz mora en mí, y los buenos principios
prevalecerán hasta que todo el
mal sea vencido, aun en toda la tierra...
Ahora bien, recordad que tendremos
a Sión cuando se vaya toda la maldad.
Tenemos que luchar, luchar, luchar,
hasta que ganemos la victoria sobre
nosotros mismos". (Según cita en Diary
of Wilford Woodruff, 20 de julio de
1851. Departamento Histórico de La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Últimos Días, Salt Lake City.
Primero debemos edificar a Sión en
nuestro corazón, y luego irradiarla para
purificar y preparar la tierra.
Siempre que estemos dispuestos a
ser completamente justos, a ceder
todos los poderes y facultades del
alma (la cual es el espíritu y el cuerpo,
y donde mora la rectitud); cuando
sigamos completamente la voluntad
de El, quien nos ha llamado, cuando
disfrutemos la paz y la aprobación
de nuestro Padre Celestial, y de las
cosas de Su Espíritu, y todas las
bendiciones que somos capaces de
recibir y que nos ayudan a mejorar,
entonces entraremos en Sión, eso
es Sión...
Si cada persona se determinara a
hacer lo justo, entonces tendríamos
a Sión entre nosotros. Y os diré
por qué pienso esto. Es porque yo la
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he tenido conmigo desde que me
bauticé en este reino, en ningún momento
he carecido de ella hasta la
fecha. Por tanto, tengo una buena
razón para afirmar lo anterior. Cada
día camino y vivo en Sión, y lo mismo
hacen miles de otras personas en
el reino, llevan a Sión con ellas, tienen
una de su propiedad, y ésta
crece, aumenta y se extiende continuamente.
Suponed que se extienda
de corazón a corazón, de vecindad
a vecindad, de ciudad en ciudad,
y de nación en nación, ¿cuánto tiempo
pensáis que llevaría para que se
revolucionara la tierra y se separara
el trigo de la cizaña? (Brigham Young,
Journal of Discourses, 1:3-4.)
Los santos tienen la responsabilidad de
preparar no solamente sus corazones
sino también sus hogares y comunidades
para la gloria de Sión.
Tengo a Sión constantemente en mi
vista. No vamos a esperar ángeles o
que vengan Enoc y su compañía
para edificarla, sino que nosotros
vamos a hacerlo. Vamos a plantar
nuestro trigo, edificar nuestras casas,
poner cercas alrededor de nuestras
granjas, plantar nuestros viñedos y
huertos, y producir todo lo que será
para la felicidad y comodidad de
nuestro cuerpo, y de esta manera
pensamos edificar a Sión en la tierra
y purificarla y limpiarla de toda
contaminación. Dejemos que de nosotros
emane una influencia santificadora
sobre todas las cosas bajo
nuestro poder; sobre la tierra que
cultivamos, las casas que construimos,
y sobre todo lo que poseemos;
y si dejamos de asociarnos con lo
corrupto y establecemos a Sión en
nuestros corazones, en nuestros hogares,
en nuestras ciudades y a
través de nuestros países, finalmente
venceremos la tierra, porque nosotros
somos los señores de ella; y en
vez de espinas y cardos, del seno de
la tierra brotarán plantas útiles que
sean buenas para el alimento del
hombre y para embellecer y adornar.
(Brigham Young, Journal of Discourses,
9:284.)
El Señor ha señalado que Sión será
grande por medio de la fortaleza de sus
estacas alrededor del mundo.
Ahora estamos viendo la mano del
Señor aun en medio de sus santos,
los miembros de la Iglesia. Nunca