América Latina: La Patria Grande
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especial<br />
AMÉRICA LATINA:<br />
Modelo para armar<br />
leonardo curzio<br />
En algún suplemento literario se apuntaba que<br />
el subcontinente latinoamericano ha hecho<br />
dos aportaciones originales a la cultura de<br />
masas: el caudillismo político y las telenovelas.<br />
No hay duda de que el género televisivo supera<br />
cualquier pronóstico. Hace varios años algunos analistas<br />
declaraban que el género estaba agotado, pues los mismos<br />
y previsibles argumentos se repetían ad nauseam. Sin embargo,<br />
colombianos y mexicanos todavía competimos en<br />
planchar y replanchar la sempiterna historia de la pobre<br />
chica (ahora se le agrega la variante fea) que conquista la<br />
felicidad. Sobre el caudillismo político puede decirse lo<br />
mismo: goza de cabal salud en la región.<br />
El fenómeno político de personalización del poder<br />
es una de las principales barreras para la modernización<br />
política de muchos países, y es también la principal barrera<br />
para integrar de manera más constructiva a la región.<br />
Me explico. Como bien lo ha anotado Arturo Valenzuela<br />
en diversos artículos periodísticos, el éxito del modelo<br />
chileno tiene varios componentes políticos y económicos,<br />
pero no hay duda de que la “descaudillización” de la<br />
política ha facilitado la operación de formas colegiadas<br />
de organización que favorecen la cooperación entre distintas<br />
fuerzas y la discusión de opciones reales para un<br />
país, en lugar de estar atentos a los cálculos y a las veleidades<br />
del líder en turno. No es cuestión de alargarnos en<br />
este tema que, siendo importante, no es el objeto central<br />
de este artículo. El caudillismo es también un impedi-<br />
mento para profundizar en un esquema de integración<br />
que permita avanzar en los objetivos comunes de la región.<br />
El caudillo apela sistemáticamente al nacionalismo<br />
como fuente de legitimidad de sus acciones, de allí que<br />
los países dominados por ese tipo de personajes suelan<br />
ser los menos cooperativos para edificar una agenda común<br />
que pueda sostenerse en el tiempo. <strong>La</strong> agenda del<br />
caudillo pasa por encima de todas las consideraciones<br />
regionales y tiende a romper los incipientes consensos.<br />
<strong>América</strong> <strong><strong>La</strong>tina</strong> carece de un proyecto coherente,<br />
en gran medida porque los cálculos personales de los<br />
caudillos en turno fracturaron los proyectos nacionales<br />
y, como consecuencia de ello, fracturaron los procesos<br />
de integración regional. Ejemplos hay muchos, algunos<br />
significativos, otros menos, y entre los más polémicos<br />
está en la actualidad el caso de Hugo Chavez, pero no es<br />
el único. Carlos Saúl Menem, en su momento, desplegó<br />
una política de prestigio personal ligada a la estabilidad<br />
cambiaria que llevó a la Argentina a la ruina y al Mercosur<br />
al colapso, de la misma manera que Carlos Salinas de<br />
Gortari en México manipuló la economía del país para<br />
garantizar el éxito electoral del PRI en 1994.<br />
No ha surgido todavía una generación de gobernantes<br />
que de manera conjunta piense el futuro de la región<br />
y siente las bases para una integración seria. Nuestra<br />
región vive una descomunal paradoja, una realidad<br />
patética y una ausencia total de proyecto propio. Veamos<br />
por partes estos tres elementos.<br />
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