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América Latina: La Patria Grande

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66<br />

género<br />

la parte más difícil sigue siendo la discriminación<br />

por razones de género que se manifiesta a través<br />

del acoso y el hostigamiento, sin olvidar la intimidación,<br />

el chantaje, la descalificación o la violencia verbal...<br />

A Mary Carmen Cortés, Alicia Salgado y Martha<br />

Trejo, en la prensa especializada en finanzas y negocios,<br />

se suman mujeres que se posicionaron en deportes,<br />

ya como cronistas o como narradoras de encuentros<br />

: Rosalinda Coronado, Grabriela Fernández<br />

de <strong>La</strong>ra, Graciela Reséndiz y Georgina Ruiz Sandoval.<br />

Y qué decir de periodistas destacadas en el análisis y<br />

la columna política (Rossana Fuentes Beraín y Katia<br />

de Artigues, por ejemplo), y de las que son conocidas<br />

en el sector de información general y en el periodismo<br />

de investigación (Martha Anaya, Anabel Hernández,<br />

Sanjuana Martínez, Elena Gallegos, Lydia Cacho). Y<br />

seguramente se escapan muchos nombres más.<br />

En los ámbitos de la radio y televisión, la presencia<br />

de las mujeres también se ha modificado gracias<br />

al combate de los estereotipos y prácticas sexistas que<br />

aún hoy en día insisten en mostrar a las mujeres como<br />

objeto decorativo, como presencia atractiva, voz amable<br />

y rostro que sonríe, pero que poco habla de lo que<br />

piensa, porque no le es permitido.<br />

Y son cada vez más las que, a través del tiempo,<br />

han conquistado sus propios espacios y hoy marcan<br />

agenda de trabajo en los medios electrónicos o son<br />

líderes de opinión. Sin duda, el caso emblemático de<br />

una mujer periodista exitosa –por su credibilidad, su<br />

ética y profesionalismo- en un medio nacional es Carmen<br />

Aristegui, quien se ha ganado a pulso el prestigio<br />

y el respeto de amplios sectores sociales.<br />

Pero el camino por el que han tenido que transitar<br />

todas ellas y las muchas más que comparten el<br />

sueño de igualdad de género no ha sido ni es fácil ni<br />

ha estado exento de obstáculos y de retos. De hecho, es<br />

común el retiro temprano de las periodistas, cansadas<br />

de navegar contra la corriente en un medio que, como<br />

el periodismo, tiene mucho de misógino.<br />

Hasta hace no muchos años, para las periodistas<br />

el precio por la elección de esta profesión fue posponer<br />

el derecho a la maternidad y a la posibilidad de una<br />

pareja estable. “¡Qué esposo aguantaría que su mujer<br />

se fuera de viaje tanto tiempo, o que estuviera todo el<br />

día en la calle!”, oíamos decir.<br />

Estar embarazada o ser madre era suficiente para<br />

no encontrar trabajo. No pocas periodistas tuvieron<br />

que pasar por la experiencia de someterse a pruebas de<br />

embarazo para ser contratadas por un medio.<br />

Frente a la adversidad, las periodistas han tenido<br />

que diseñar sus propias estrategias. Se han organizado<br />

en redes o asociaciones gremiales, lo que les permite<br />

avanzar en la exigencia de mejores condiciones de<br />

trabajo y en la obtención de apoyos, como las guarderías<br />

con triple horario, gracias a las cuales solventan su<br />

papel de madres frente a la tiranía del trabajo periodístico<br />

que exige viajes constantes, jornada laboral sin<br />

horarios y, en no pocas ocasiones, el sacrificio de los<br />

días dedicados al descanso y a la vida familiar.<br />

<strong>La</strong> parte más difícil sigue siendo la discriminación<br />

por razones de género que se manifiesta a través<br />

del acoso y el hostigamiento, sin olvidar la intimidación,<br />

el chantaje, la descalificación o la violencia verbal,<br />

además de los salarios menores en comparación<br />

con los que perciben sus compañeros varones que tienen<br />

igual función, nivel educativo y responsabilidad,<br />

o los despidos por maternidad y la obstaculización de<br />

posibilidades de ascenso a un mejor puesto de trabajo.<br />

Este sigue siendo un capítulo poco investigado que no<br />

se persigue ni se sanciona.<br />

Es bien sabido que en nuestra sociedad uno de<br />

los más importantes problemas de salud pública y de<br />

violación de los derechos humanos sigue siendo la violencia<br />

de género. Por eso no extraña que un informe<br />

difundido recientemente la Organización de las Naciones<br />

Unidas (ONU) precise que el ámbito laboral es<br />

el segundo espacio, después del doméstico, donde la<br />

violencia contra las mujeres es más recurrente.<br />

Esto se debe, explican los especialistas, a una jerarquía<br />

de poder que ubica a las mujeres en una posición<br />

de inferioridad respecto de los hombres, lo cual es<br />

un fenómeno social mundial que abarca a personas del<br />

sexo femenino de cualquier edad.<br />

Por eso, hablar de las periodistas rebasa la mera<br />

exigencia de justicia semántica y se inserta de lleno en<br />

la necesidad de una reivindicación del género femenino<br />

en empresas que sirven de plataforma para combatir la<br />

discriminación, los estereotipos y las prácticas sexistas.<br />

No queda otra que insistir en que la participación,<br />

reconocimiento, apertura e inclusión de las mujeres en<br />

los diversos ámbitos de la vida debe responder no al<br />

pago benevolente de una cuota, sino al reconocimiento<br />

de las capacidades de un sector que, por naturaleza, tiene<br />

una forma distinta de ver al mundo y puede contribuir<br />

a lograr transformaciones sociales profundas. a<br />

Periodista<br />

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