América Latina: La Patria Grande
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género<br />
la parte más difícil sigue siendo la discriminación<br />
por razones de género que se manifiesta a través<br />
del acoso y el hostigamiento, sin olvidar la intimidación,<br />
el chantaje, la descalificación o la violencia verbal...<br />
A Mary Carmen Cortés, Alicia Salgado y Martha<br />
Trejo, en la prensa especializada en finanzas y negocios,<br />
se suman mujeres que se posicionaron en deportes,<br />
ya como cronistas o como narradoras de encuentros<br />
: Rosalinda Coronado, Grabriela Fernández<br />
de <strong>La</strong>ra, Graciela Reséndiz y Georgina Ruiz Sandoval.<br />
Y qué decir de periodistas destacadas en el análisis y<br />
la columna política (Rossana Fuentes Beraín y Katia<br />
de Artigues, por ejemplo), y de las que son conocidas<br />
en el sector de información general y en el periodismo<br />
de investigación (Martha Anaya, Anabel Hernández,<br />
Sanjuana Martínez, Elena Gallegos, Lydia Cacho). Y<br />
seguramente se escapan muchos nombres más.<br />
En los ámbitos de la radio y televisión, la presencia<br />
de las mujeres también se ha modificado gracias<br />
al combate de los estereotipos y prácticas sexistas que<br />
aún hoy en día insisten en mostrar a las mujeres como<br />
objeto decorativo, como presencia atractiva, voz amable<br />
y rostro que sonríe, pero que poco habla de lo que<br />
piensa, porque no le es permitido.<br />
Y son cada vez más las que, a través del tiempo,<br />
han conquistado sus propios espacios y hoy marcan<br />
agenda de trabajo en los medios electrónicos o son<br />
líderes de opinión. Sin duda, el caso emblemático de<br />
una mujer periodista exitosa –por su credibilidad, su<br />
ética y profesionalismo- en un medio nacional es Carmen<br />
Aristegui, quien se ha ganado a pulso el prestigio<br />
y el respeto de amplios sectores sociales.<br />
Pero el camino por el que han tenido que transitar<br />
todas ellas y las muchas más que comparten el<br />
sueño de igualdad de género no ha sido ni es fácil ni<br />
ha estado exento de obstáculos y de retos. De hecho, es<br />
común el retiro temprano de las periodistas, cansadas<br />
de navegar contra la corriente en un medio que, como<br />
el periodismo, tiene mucho de misógino.<br />
Hasta hace no muchos años, para las periodistas<br />
el precio por la elección de esta profesión fue posponer<br />
el derecho a la maternidad y a la posibilidad de una<br />
pareja estable. “¡Qué esposo aguantaría que su mujer<br />
se fuera de viaje tanto tiempo, o que estuviera todo el<br />
día en la calle!”, oíamos decir.<br />
Estar embarazada o ser madre era suficiente para<br />
no encontrar trabajo. No pocas periodistas tuvieron<br />
que pasar por la experiencia de someterse a pruebas de<br />
embarazo para ser contratadas por un medio.<br />
Frente a la adversidad, las periodistas han tenido<br />
que diseñar sus propias estrategias. Se han organizado<br />
en redes o asociaciones gremiales, lo que les permite<br />
avanzar en la exigencia de mejores condiciones de<br />
trabajo y en la obtención de apoyos, como las guarderías<br />
con triple horario, gracias a las cuales solventan su<br />
papel de madres frente a la tiranía del trabajo periodístico<br />
que exige viajes constantes, jornada laboral sin<br />
horarios y, en no pocas ocasiones, el sacrificio de los<br />
días dedicados al descanso y a la vida familiar.<br />
<strong>La</strong> parte más difícil sigue siendo la discriminación<br />
por razones de género que se manifiesta a través<br />
del acoso y el hostigamiento, sin olvidar la intimidación,<br />
el chantaje, la descalificación o la violencia verbal,<br />
además de los salarios menores en comparación<br />
con los que perciben sus compañeros varones que tienen<br />
igual función, nivel educativo y responsabilidad,<br />
o los despidos por maternidad y la obstaculización de<br />
posibilidades de ascenso a un mejor puesto de trabajo.<br />
Este sigue siendo un capítulo poco investigado que no<br />
se persigue ni se sanciona.<br />
Es bien sabido que en nuestra sociedad uno de<br />
los más importantes problemas de salud pública y de<br />
violación de los derechos humanos sigue siendo la violencia<br />
de género. Por eso no extraña que un informe<br />
difundido recientemente la Organización de las Naciones<br />
Unidas (ONU) precise que el ámbito laboral es<br />
el segundo espacio, después del doméstico, donde la<br />
violencia contra las mujeres es más recurrente.<br />
Esto se debe, explican los especialistas, a una jerarquía<br />
de poder que ubica a las mujeres en una posición<br />
de inferioridad respecto de los hombres, lo cual es<br />
un fenómeno social mundial que abarca a personas del<br />
sexo femenino de cualquier edad.<br />
Por eso, hablar de las periodistas rebasa la mera<br />
exigencia de justicia semántica y se inserta de lleno en<br />
la necesidad de una reivindicación del género femenino<br />
en empresas que sirven de plataforma para combatir la<br />
discriminación, los estereotipos y las prácticas sexistas.<br />
No queda otra que insistir en que la participación,<br />
reconocimiento, apertura e inclusión de las mujeres en<br />
los diversos ámbitos de la vida debe responder no al<br />
pago benevolente de una cuota, sino al reconocimiento<br />
de las capacidades de un sector que, por naturaleza, tiene<br />
una forma distinta de ver al mundo y puede contribuir<br />
a lograr transformaciones sociales profundas. a<br />
Periodista<br />
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