América Latina: La Patria Grande

la reducción de la demanda en la región es y se mantendrá
latente como una de las causas fundamentales para
que no se logre la tan deseada recuperación económica y
el crecimiento esperado.
Esta limitación es consecuencia del aumento de la
desigualdad económica y social que incrementa las diferencias
entre ricos y pobres, y pone en evidencia el fracaso
del mercado en nuestras tierras, porque se sabe que cuando
se le deja plenamente libre, eleva significativamente las
diferencias sociales.
Ahora bien, si todo ello ocurrió al conjunto de los
países de América Latina y el Caribe donde se encuentran
grandes Estados nacionales con extensas poblaciones,
enormes recursos naturales, un cierto nivel de desarrollo
de sus fuerzas productivas y con importantes recursos
financieros, ¿qué podemos esperar para los países
pequeños, los del Caribe insular o los centroamericanos,
cuyas economías son más débiles y dependientes, con
evidentes limitaciones en recursos naturales y sobre todo
financieros?
Así las cosas, con la agudización de los problemas
económicos y la paralización del crecimiento y la crisis
social que se extendía por todos los países, comenzaron a
producirse lentamente los cambios en el panorama político
de la región.
Hemos podido apreciar en estos últimos años, en
acciones o retórica, la ruptura y el distanciamiento con
las posiciones y políticas neoliberales por parte de varios
países, como Venezuela, Argentina, Brasil, Nicaragua,
Bolivia, Chile, Ecuador, Guatemala, Haití, otras islas caribeñas
y, por supuesto, la permanente e intransigente
Cuba.
Ante todo, ha habido un rechazo a las corrientes
neoliberales, al Área del Libre Comercio de las Américas
(ALCA), a las privatizaciones, en particular de los servicios
públicos; al debilitamiento de los gobiernos, a la deuda
externa y al pago de los intereses de la misma deuda; a
las recetas liberales y monetaristas del Fondo Monetario
Internacional (FMI), del Banco Mundial y de otros organismos
internacionales o de donde quiera que vengan.
Las crisis financieras ocurridas en esta etapa también
fueron un campanazo de alerta y de rechazo en relación
con todo lo que se ocurría política y económicamente en
América Latina y el Caribe.
Comienza entonces un giro hacia la izquierda en las
políticas de América Latina y el Caribe. Varios países de
la región colocaron en sus gobiernos, por vías democráticas,
a gobernantes de izquierda, unos más radicales y
otros más moderados, pero en su mayoría individuos de
pensamientos de izquierda.
Cierto es que el panorama es aún complejo y no se
encuentra despejado el camino a seguir. Quizá sea prudente
decir que en algunas direcciones hay un tanteo de
ciertas soluciones posibles que se vislumbran, y en otras
existe aún gran incertidumbre sobre qué hacer.
No obstante, todos los países y sus gobiernos vienen
dando pasos políticos y económicos sin detenerse, y se
lanzan e implementan ideas y proyectos integracionistas
y de cooperación recíproca.
En este contexto histórico que apenas comienza surge
la inquietud de dónde quedarán las naciones de Centroamérica
y del Caribe, posiblemente las más débiles y vulnerables
de todas las naciones existentes del continente.
La pluralidad política existente en los países de Centro
América y el Caribe, unida a sus limitaciones económicas
y a los graves problemas sociales que confrontan,
no les ha permitido aún encontrar y definir un derrotero
estratégico, aunque no es menos cierto que se encuentran
explorando y realizando ingentes esfuerzos de cooperación
e integración.
Entonces la pregunta es: ¿se encaminarán esos países
a través de Tratados de Libre Comercio con los Estados
Unidos o el ALCA?, ¿seguirán como hidalgos o quijotescos
países tratando por su cuenta y riesgo, y aisladamente,
de mantenerse y lograr un desarrollo consecuente?, ¿o se
acercarán y tomarán el camino de una integración solidaria
latinoamericana y caribeña, que en su discurso crea
expectativas e ilusiones positivas, aunque no totalmente
seguras sobre el futuro de la región?
Las naciones de Centroamérica y el Caribe son por
lo general pequeñas en territorio y población, ninguna se
caracteriza por su gran desarrollo y mucho menos por recibir
grandes flujos de capital e inversión extranjera. Son
países por lo general con economías muy abiertas, vulnerables,
que dependen en extremo del exterior, y la mayoría
de esos países mantiene amplias relaciones con los
Estados Unidos y su mercado; sus emigrados juegan un
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