América Latina: La Patria Grande
América Latina: La Patria Grande
América Latina: La Patria Grande
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
46<br />
economía<br />
posponerse para el siguiente sexenio. Sin embargo, las<br />
condiciones políticas bajo las cuales se inició el gobierno<br />
de Luis Echeverría, que coincidió con el principio de la<br />
“segunda década del desarrollo de la ONU”, impidieron<br />
que se pusiesen en marcha las recomendaciones de la<br />
CAP de 1967 y sólo se instrumentaron programas de<br />
reforma “microadministrativa”, para elevar la eficiencia<br />
de cada dependencia y organismo descentralizado con<br />
base en los trabajos de las Unidades de Organización y<br />
Métodos y las Unidades de Programación creadas por<br />
acuerdo presidencial en 1971.<br />
No fue sino hasta finales de 1976, al inicio del gobierno<br />
de José López Portillo, que, con base en el diagnóstico<br />
y recomendaciones de la CAP de la década anterior,<br />
se promulgó la primera Ley Orgánica de la Administración<br />
Pública Federal. En ella se establecieron las<br />
primeras reglas generales para la coordinación sectorial<br />
de las llamadas “entidades paraestatales” (organismos<br />
descentralizados, empresas de participación estatal y fideicomisos<br />
públicos) y se institucionalizó el concepto de<br />
dependencias “globalizadoras”, como las Secretarías de<br />
Programación y Presupuesto y de Hacienda y Crédito<br />
Público, de las cuales aún subsiste como tal esta última,<br />
así como la actual Secretaría de la Función Pública, creada<br />
hace 25 años bajo la denominación de Secretaría de la<br />
Contraloría General de la Federación. Dio inicio entonces<br />
el proceso de depuración de las entidades que integran<br />
el ámbito paraestatal de la administración pública<br />
federal, con miras a garantizar una más eficaz y eficiente<br />
operación del gobierno en su conjunto.<br />
Debe decirse que, en los primeros años de la administración<br />
de Miguel de la Madrid, los cuales coincidieron<br />
con el inicio de la “Tercera Década del Desarrollo<br />
de la ONU”, culminó la institucionalización del Modelo<br />
de la Planeación del Desarrollo a cargo del Estado, recomendado<br />
en los años cincuenta, al elevarse a rango<br />
constitucional el Sistema Nacional de Planeación Democrática<br />
mediante la reforma a los artículos 25, 26, 28<br />
y 73 de la Carta Magna, así como con la promulgación<br />
de la Primera Ley de Planeación, que continúan legalmente<br />
vigentes. Sin embargo, la crisis mundial generada<br />
por el alza de las tasas de interés de la deuda pública<br />
y la caída de los precios del petróleo a principios de<br />
los ochenta obligaron a esa administración a aceptar, a<br />
partir de 1984, las recomendaciones para establecer un<br />
nuevo modelo del desarrollo, planteados por diversos<br />
organismos financieros internacionales al inicio de esa<br />
década. Ello dio lugar a lo que el propio Presidente De la<br />
Madrid denominó en sus memorias el Cambio de Rumbo<br />
del país, en términos del esquema de desarrollo seguido<br />
por México hasta ese momento.<br />
El nuevo modelo internacional recomendaba una<br />
radical reducción de la participación del Estado como<br />
principal agente promotor del desarrollo nacional,<br />
en aras de incrementar y dar toda la libertad posible<br />
a “las fuerzas del mercado” que, se pensaba en esos<br />
años, eran las únicas capaces de garantizar el crecimiento<br />
económico de los países “de menor desarrollo<br />
relativo” ante “el fracaso de los intentos por convertir<br />
al Estado en el principal motor del desarrollo de sus<br />
economías”, como había sido el caso en las tres décadas<br />
anteriores. Se argumentaba entonces que no sólo<br />
se había demostrado la ineficiencia del aparato estatal<br />
para cumplir con este objetivo, sino que se había propiciado<br />
la corrupción en gran escala, se había producido<br />
un despilfarro injustificado de recursos públicos y se<br />
habían generado enormes déficit fiscales que habían<br />
contribuido a incrementar el monto de la deuda pública<br />
hasta hacerla prácticamente impagable en un buen<br />
número de casos.<br />
Los responsables del Ejecutivo federal de nuestro<br />
país durante los últimos tres sexenios demostraron<br />
nuevamente al mundo la diligencia con la cual los gobiernos<br />
mexicanos han atendido las recomendaciones<br />
de los organismos internacionales, las del Banco<br />
Mundial y del Fondo Monetario Internacional, sobre<br />
todo cuando el cumplimiento puntual de dichas recomendaciones<br />
fue convertido en requisito sine qua non<br />
para obtener los préstamos que se requerían para cubrir<br />
nuestra crecida deuda pública y renegociar mejores<br />
condiciones para pagarla. Ya para la segunda mitad<br />
del sexenio de Miguel de la Madrid, nuestro país fue<br />
nuevamente puesto de ejemplo a nivel internacional,<br />
pero ahora como esforzado paladín de programas de<br />
reducción radical de la participación estatal en la economía<br />
nacional.<br />
44-47.indd 3 12/11/07 1:33:35 PM