América Latina: La Patria Grande
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internacional<br />
Alta tensión<br />
entre Bélgica y Holanda<br />
<strong>La</strong>urens Jan BrinKhorst<br />
Bélgica y Holanda, dos miembros fundadores<br />
de la Unión Europea (UE), están cada<br />
vez más divididos en cuanto a lo que ese<br />
proyecto significa actualmente. El Tratado<br />
de Reforma de la UE es ahora el foco de esa<br />
disputa, pero sus raíces son más profundas. En cierto<br />
momento, el pleito se hizo tan grave, según informes de<br />
prensa, que el Presidente francés Nicolas Sarkozy tuvo<br />
que intervenir.<br />
Europa no puede permitirse un altercado entre<br />
estos dos Estados miembros, así que ya es hora de<br />
dejar las emociones de lado y examinar las diferencias<br />
sobre el rumbo futuro de la integración europea.<br />
Como ex secretario de Estado holandés de Asuntos<br />
Europeos y coordinador del Benelux, creo que Holanda<br />
y Bélgica pueden desempeñar una vez más papeles<br />
complementarios.<br />
Desde el principio, estos países han representado<br />
los diferentes aspectos de la identidad europea: Bélgica<br />
como país industrial orientado al continente, bilingüe e<br />
intermediario con la Europa meridional, y Holanda con<br />
su firme tradición agrícola y comercial y su orientación<br />
anglosajona y atlántica.<br />
De los dos, Bélgica tiende a ser el que más apoya<br />
a la UE sin criticarla. <strong>La</strong>s encuestas muestran que 80%<br />
de los belgas quiere aún más integración, mientras que<br />
aproximadamente 50% de los holandeses se describe a<br />
sí mismo como euroescéptico. Valoran a la Unión por<br />
sus beneficios económicos, pero se muestran recelosos<br />
de su política.<br />
En otras épocas la cooperación entre Bélgica y Holanda<br />
ha sido esencial para ayudar a Europa a avanzar.<br />
El Tratado de la Unión Económica del Benelux de 1944<br />
fue un primer campo de prueba para la Europa de los<br />
Seis, y fue el Memorándum del Benelux, obra del visionario<br />
J. W. Beyen y presentado en Mesina en 1955, lo<br />
que dio impulso a la creación del mercado común. En<br />
efecto, fue la base sobre la que trabajaron el ministro de<br />
relaciones exteriores belga Paul-Henri Spaak y sus colegas<br />
para preparar el Tratado de Roma y la Comunidad<br />
Económica Europea.<br />
El Comité Spaak diseñó un sistema que equilibraba<br />
el poder de votación de Estados de distintos tamaños.<br />
Es claro que un sistema de un voto por Estado miembro<br />
habría significado el dominio de los países más pequeños.<br />
Por el contrario, un sistema basado en la población<br />
habría favorecido demasiado a los más grandes.<br />
El equilibrio se logró en parte mediante un sistema<br />
de ponderación de votos en el Consejo de Ministros,<br />
que es donde se toma la mayoría de las decisiones. En<br />
cada ampliación de la Unión, este sistema de toma de<br />
decisiones se ha mantenido en gran medida.<br />
El equilibrio de los derechos de votación entre los<br />
miembros grandes y los pequeños también se aseguró al<br />
otorgar a la Comisión, que expresa los intereses compartidos<br />
de la Comunidad, la autoridad exclusiva para proponer<br />
reglamentación. Esta autoridad se reforzó al exigir<br />
unanimidad entre los Estados miembros para anular<br />
una decisión de la Comisión, medida que ha fortalecido<br />
a los Estados pequeños frente a los grandes.<br />
Como economías abiertas, Bélgica y Holanda han<br />
estado interesadas en desarrollar el mercado interno,<br />
aunque con métodos diferentes. Bélgica seguía la escuela<br />
monetarista, principalmente francesa, mientras<br />
que Holanda compartía las preferencias alemanas por<br />
la convergencia económica antes de comprometerse a<br />
la paridad del tipo de cambio. Una vez que el Presidente<br />
Valéry Giscard d’Estaing y el Canciller Helmut<br />
Schmidt presentaron la propuesta franco-alemana de<br />
Unión Económica y Monetaria (UEM), Bélgica y Holanda<br />
trabajaron juntas para alcanzar esa meta común.<br />
Junto con Luxemburgo, fueron un factor importante<br />
en la creación de la UEM.<br />
En 1991, cuando Holanda tuvo la Presidencia europea,<br />
Bélgica apoyó su amplio proyecto de tratado de<br />
la Unión Europea. Los holandeses propusieron incluir<br />
todo el proceso de toma de decisiones europeo –en materia<br />
de economía, política exterior, justicia y asuntos<br />
interiores– en un marco único. <strong>La</strong> propuesta fue demasiado<br />
lejos y pasó a la historia holandesa como el “lunes<br />
negro”, por el día en que el entonces ministro de relaciones<br />
exteriores, Hans Van den Boek, se enfrentó a una<br />
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