CENTRO DE ATENCION PASTORAL - Acceso Siweb
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ejerce su ministerio el arriba firmante.<br />
Pocos pueblos como éste han experimentado una transformación tan<br />
rápida e intensa. Allá por los años 40, por obra y gracia del despertar de los<br />
millones de toneladas de carbón que dormían en su subsuelo, pasó de ser un<br />
pueblecito de menos de 300 habitantes (de aquella los pueblos pequeños<br />
tenían más gente) a una villa que ha llegado a alcanzar los 8.000 y que ahora<br />
anda por los 4.500. Gentes venidas desde las distintas regiones de España y<br />
del extranjero (Andalucía, Extremadura, Galicia, Portugal, y por supuesto de<br />
todos los rincones de Castilla y León) se han fusionado dando lugar a una<br />
original mezcla de culturas e idiosincrasias. Tan pronto oyes hablar en<br />
acento andaluz como en gallego. La verdad, que tiene su encanto.<br />
No sólo Fabero, sino también los pueblos limítrofes (Lillo, Otero de<br />
Naraguantes, Bárcena de la Abadía y otros más) se han visto repletos de<br />
gente. Recordemos que alguna empresa llegó a tener tres mil obreros.<br />
Parece increíble que, habiendo muchísimas menos casas que hoy, pudiera<br />
vivir más el doble de gente. Ello nos trae a la memoria las penosas<br />
condiciones de vida de los comienzos de la Revolución Industrial.<br />
Paradójicamente, ahora que se han cerrado las minas, y no porque no sigan<br />
escondidas en las entrañas de esta tierra millones de toneladas del oro negro,<br />
es cuando mejor se vive, merced a las jubilaciones y prejubilaciones. Parece<br />
mentira que unos pueblos tan emblemáticamente mineros hayan visto<br />
reducida la actividad a las explotaciones a cielo abierto, muy rentables para<br />
algunos, pero que han contribuido a hundir más la minería.<br />
Desde el punto de vista pastoral, visto lo visto en otras partes, y habida<br />
cuenta del clima de descristianización reinante en España, no vamos a echar<br />
las campanas al vuelo, pero aunque el ambiente podría ser mejor, cabe decir<br />
que en nuestros pueblos hay mucha gente buena y religiosa. No olvidemos<br />
que al igual que es necesario profundizar para sacar el carbón, también es<br />
mucha la riqueza obtenida, cuando se profundiza en el alma de estas gentes<br />
buenas y sencillas.<br />
Formamos parte de este CAP tres sacerdotes: Don Raúl Delgado<br />
Corcoba (Peranzanes) que, aunque atiende sus pueblos desde Ponferrada,<br />
está entregando alma, vida y corazón a los fornelos, y ellos lo saben bien, a<br />
pesar de que alguna vez le hayan hecho sufrir injustamente. Los otros dos<br />
sacerdotes vivimos en la sede del Centro de Atención Pastoral, en Fabero,<br />
teniendo una oficina y archivo común, y compartiendo nuestras tareas: Don<br />
Manuel García Gutiérrez (Lillo) y quien escribe, Máximo Álvarez<br />
Rodríguez (Fabero). También recibimos un gran apoyo de Don José García<br />
Álvarez, párroco emérito de Sésamo. Entre paréntesis: hay dos pueblos,<br />
Langre y San Miguel, que, aunque vienen en la guía como pertenecientes al<br />
CAP de Fabero, dado que en su día no fueron atendidas nuestras razones,<br />
deberían pertenecer al de Vega de Espinareda. De hecho se atienden desde<br />
este CAP.<br />
Sin duda nos falta mucho para ser un CAP perfecto, pero, eso sí,<br />
tenemos plena conciencia de que formamos un Centro de Atención Pastoral<br />
y gozamos de las múltiples ventajas que ello lleva consigo, la primera vivir<br />
en el mismo edificio, que tiene dos viviendas. Aunque cada uno lleva la<br />
responsabilidad directa de sus parroquias, sentimos que también las del otro<br />
nos pertenecen y, de hecho, con relativa frecuencia se producen<br />
intercambios. También tenemos que dar muchas gracias a Dios porque<br />
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