COMUNIDADES - Odebrecht Informa

El samba Barracão, de Luiz Antônio y Oldemar
Magalhães, fue lanzado en 1953, un año antes
que José Augusto Francisco, 75 años, fuera
a vivir en el Complejo del Alemán. “Cuando
llegué había apenas 70 habitantes. No había
agua ni luz, la vida era muy dura”, recuerda, mirando hacia
el cielo azul, en la mañana de un jueves en el mes de agosto.
A los 16 años, José Augusto se fue de Sapé, su ciudad
natal, en el estado de Paraíba, para trabajar en la capital del
samba. “Compré un terreno y construí una casa. Cargué todos
los materiales con la ayuda de los pobladores locales”
relata, mientras señala los músculos de su brazo, mostrando
las marcas de quien ya trabajó mucho en la vida. Fue en
la cumbre del morro de Alemán que él y su esposa crearon
a los cinco hijos. Uno de los habitantes más antiguos, José
Augusto preside la Asociación de Vecinos del Alemán, desde
1963. “Siento mucho orgullo de mi comunidad, pues trabajamos
y luchamos mucho. Hay calles asfaltadas, casas, escuelas,
comercio, sin embargo, aún hay mucho por hacer”.
Localizado en la zona norte de Río de Janeiro, rodeado por
los barrios de Penha, Olaria, Ramos, Inhaúma y Bonsucesso,
el Alemán, constituido por 12 comunidades distribuidas
sobre la sierra de la Misericórdia, era considerado uno de los
puntos más violentos de la ciudad. Entre los cinco morros
(Adeus, Baiana, Alemán, Itararé y Fazendinha) y los valles,
los más de 120 mil habitantes (según el censo del 2010) se
dividen en un área de 3 Km 2 .
El polaco “alemán”
En los años 20, el inmigrante polaco Leonard Kaczmarkiewicz
adquirió tierras en la región rural de Leopoldina. A la
sazón, era conocido como “Alemán”, y el lugar pasó a llamarse
Morro del Alemán, el núcleo del complejo. Su ocupación
tuvo lugar en los años 50, después de la apertura de la Avenida
Brasil, en 1946, y fue cuando Leonard loteó sus tierras
para venderlas.
Familias de trabajadores de otros diversos estados brasileños
se instalaron en el lugar y, poco a poco, la región se
convirtió en uno de los principales polos industriales de Río.
Por otra parte, la ocupación desordenada permitió la formación
de favelas.
“Las empresas abandonaron el lugar debido a la violencia”,
comenta la profesora Lúcia Cabral, 46 años. Proveniente
del estado de Paraíba, Lúcia llegó al Morro do Adeus – de
donde se vislumbra toda la ciudad- cuando aún tenía 6 meses.
En la casa en que creció, crió a sus 3 hijos. Ella comenta
que el desarrollo impulsó la educación y el trabajo, pero,
José Augusto Francisco:
“Siento orgullo de mi comunidad”
la ausencia de políticas públicas y las drogas propiciaron la
instalación de la violencia. “Las drogas empezaron a llegar a
fines de los años ‘80. Del 2005 hasta el 2008, vivimos la peor
guerra del tráfico de drogas. Pasé por tiroteos y vi morir gente”,
relata, con lágrimas en los ojos, al recordar esos períodos
más difíciles.
Los tristes recuerdos se convierten en alegría cuando la
educadora habla de la comunidad. “Aquí hay respeto, solidaridad
y potencial de crecimiento”, afirma. Actualmente,
ella lidera la ONG Educape. “Los jóvenes buscan educación,
cultura, esparcimiento y están trabajando en las obras que
recibimos”.
El inicio de la transformación
En el 2008, el PAC Favelas, iniciativa de los gobiernos Federal
y Estadual, llegó al Complejo del Alemán. El Consorcio
Rio Melhor (formado por Odebrecht Infraestrutura, OAS y
Delta Construções) construyó unidades habitacionales, escuela,
unidad de atención inmediata y un teleférico para facilitar
el transporte de los pobladores. “Dirección, experiencia
profesional y registro de inclusión en planilla son los mayores
legados dejados a la población, al igual que la creencia de
querer y poder más”, afirma Adilson Moura, Gerente Administrativo
y Financiero de Odebrecht.
Eduardo Poley, Responsable de Ingeniería, asegura que
el ambiente influyó a algunos jóvenes a retomar los estudios.
Mário Sérgio Fonseca de Souza, de 28 años, es uno de ellos.
Él abandonó los estudios al finalizar el curso secundario y, al
integrar el área social del consorcio, volvió a estudiar.
“Estoy cursando clases técnicas”, explica. Poblador de la
Grota, uno de los locales más violentos del complejo, Mário
comenta que la comunidad vive una nueva realidad. “En las
entrevistas de trabajo, éramos eliminados cuando se enteraban
donde vivíamos. Ahora, la comunidad se ha convertido
en un punto turístico”, dice, con orgullo.
El nuevo punto turístico es el teleférico del Alemán, que
se inauguró en julio del 2011. Las seis estaciones reciben 20
mil personas por día. “El medio de transporte integra la co-
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