COMUNIDADES - Odebrecht Informa

GENTE
De Macaé a Corea
Clarisse y sus aprendizajes
en Oriente
I
ngeniera civil y de petróleo, con maestría en Ingeniería
de Petróleo, Clarisse Rodrigues ingresó
en Odebrecht hace cuatro años, como Joven Socia.
Trabajó en Macaé (RJ), en Bahía, y después se fue a
Corea del Sur donde participó en la construcción del
buque sonda Norbe IX. “Los coreanos son amables,
disciplinados y comprometidos. Pasaron por una
guerra, se reerguieron y construyeron una de las
economías más fuertes del mundo. El país es una
escuela”, afirma. De regreso a Macaé, en agosto del
2011, como asistente de gestión de Odebrecht Óleo e
Gás (OOG), Clarisse está feliz. “Ya no consigo más vivir
lejos del mar”, añade.
foto: Bruno Veiga
foto: Edson Silva
Un sansei en Angola
Un caso de integración
rápida y completa
F
rancisco Sawaguthi es incansable. Le gusta conocer
personas, lugares y culturas; interactuar y aprender.
Ha sido corredor de inmuebles, dueño de una agencia
de turismo y de un restaurante. Es ingeniero civil y de
Seguridad en el Trabajo, administrador de empresas; y
tiene MBAs en gestión ambiental y sostenibilidad. Hace
11 años trabaja en Odebrecht. Vivió en Ecuador, Perú,
República Dominicana y en Japón. Desde enero, actúa
como Director de Sostenibilidad y Calidad en Angola. Se
integró muy pronto a los hábitos del país y se tornó vice
encargado de gastos comunes en el condominio donde
vive. Sawaguthi, 54 años, descendiente de japoneses, se
dedica en sus horas libres a largos paseos. “Me encanta
correr”, comenta. “En la playa, en la calle, donde sea”.
foto: Ricardo Sagebin
La periodista que se convirtió
en responsable de las barreras
Lilian cambió la vida en la TV por el estilo “gitano”
N
acida en Santo André (SP), Lilian Campana es periodista. Trabajó
15 años en la radio y televisión en Minas Gerais y Goiás. Hace seis
meses, actúa en Odebrecht en el área de comunicación social en la Usina
Santo Antônio, en Rondônia. Suele decir que se convirtió en responsable
de barreras. Esa es su décima obra. Vive en Porto Velho con el esposo,
Dario Campana de Moraes, también de Odebrecht, y con uno de sus tres
hijos. “Tengo espirito gitano, no me gusta la rutina y aquí todo suele ocurrir
muy rápido”, explica. No le hacen falta las frivolidades de las metrópolis.
“La estructura de Porto Velho atiende a nuestras necesidades”,
señala. Su principal diversión es la música. Cuando tienen oportunidad,
salen siempre juntos a bailar.
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